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De lo animal, lo humano y lo divino por José Fco Zamorano Abramson

Psicólogo y músico. Doctorando en comportamiento animal (Etología). Su trabajo se enfoca principalmente en el comportamiento social de los Cetáceos (ballenas y delfines) y otros mamíferos marinos. Tratará aquí, cada día 2, de cuáles son las “pautas que conectan” el comportamiento del ser humano con los demás animales, sustentando la idea de la “interrelación” entre todo lo vivo, a partir de una integración de diversas disciplinas tales como la Etología, la Psicología y la Ecología.

Moral animal I

Una parte importante de los primeros psicólogos sostenían que, en cuanto a la moralidad respecta, los seres humanos llegábamos a la vida como si fuésemos una hoja en blanco. Así, en palabras de Sigmund Freud, nacemos como “animales amorales”. Aunque, yendo más al fondo del asunto, yo diría que lo que Freud realmente pensaba es que, más que seres amorales al nacer, somos seres inmorales, animales provistos de impulsos negativos, agresivos y egoístas por naturaleza. El padre del psicoanálisis estaba convencido de que la naturaleza humana estaba guiada por poderosos impulsos destructivos, frente a los cuales la sociedad debía defenderse, protegiendo a las personas de la acción agresiva de otros miembros de la sociedad. Y así, la moralidad se situaría en el conflicto entre los intereses de las partes egoístas y antisociales del individuo y los intereses altruistas de la sociedad. Por otro lado, para Skinner, la conducta moral era el resultado de la acción del condicionamiento operante, un mecanismo simple de selección de conductas mediante el cual cada persona adoptará aquellas conductas y valores (sean buenos o malos, éticos o antiéticos) que hayan sido reforzados en su propia historia de aprendizaje. Son las experiencias particulares que hemos tenido, el tipo de normas a las que hemos sido expuestos y los premios o castigos que hemos recibido lo que determinarán nuestras conductas morales, siendo, en su origen, imposible separar al individuo de la sociedad. Así nuestros juicios éticos serían el resultado de razonamientos basados en nuestra experiencia y en los valores transmitidos por la educación recibida en nuestra cultura por parte de nuestra familia y por la sociedad en general. En este sentido, el bien y el mal, y los valores morales que se derivan, serían categorías creadas y mantenidas cultural y arbitrariamente por nosotros mismos, por lo que éstos serían específicos para cada cultura.

Por el contrario, para otros pensadores, el origen de estos principios morales no está en el ambiente, sino más bien en la propia naturaleza humana y, por tanto, son heredados. Así, el filósofo David Hume creía que el origen de la moral se derivaba más bien de los “sentimientos morales” y no de la razón, una idea que compartía, entre otros, con el economista y filósofo escocés Adam Smith. No obstante, entre ambos existía una diferencia radical: mientras que Hume mantiene una concepción utilitarista de la empatía (la capacidad de ponerse en el lugar del otro) que deriva del interés por la posibilidad de obtener un beneficio del otro, para Smith y su idea del “espectador imparcial”, la moral es el resultado de “una voz interior” que dictaría lo apropiado o no de las acciones, independientemente de los beneficios que se podrían recibir. También podríamos situar en esta línea el planteamiento de Rousseau, para quien los seres humanos nacemos naturalmente buenos y es la sociedad la que nos corrompe.

Sobre el origen de esta capacidad consustancial al ser humano hay diversidad de posturas, desde los que creen en su carácter divino a los que piensan que ésta se hereda a través de un proceso natural; en ambos casos los valores humanos no pueden ni deben estar sujetos a una variabilidad y relativización sin límites.

Sean de origen divino o natural, buenos o malos, de ser verdad que estos valores forman parte de nuestra naturaleza, deberíamos encontrar una moralidad “universal” en la especie humana, independiente de la cultura. Además, parte de esta moralidad debería estar presente desde una edad temprana, ya que si la capacidad para distinguir el bien del mal fuese únicamente de origen cultural entonces los niños antes de ser educados no deberían tener ningún comportamiento que denote una tendencia a actuar y evaluar el mundo en categorías semejantes a la moral adulta. Al parecer, esta supuesta “inocencia moral” de los bebés es falsa y desde temprana edad sí que son capaces de hacer juicios morales. Unos investigadores norteamericanos afirman haber descubierto que los bebés de 6 meses ya son capaces de hacer este tipo de juicios y que, por lo tanto, los seres humanos nacemos con un código ético pre-programado en el cerebro. La investigación fue llevada a cabo por Paul Bloom, psicólogo de la Universidad de Yale (EE.UU.), quien utilizó, como indicador de juicio moral, la capacidad de los bebés para diferenciar entre comportamientos útiles e inútiles. El psicólogo realizó una serie de experimentos con bebés de entre seis y diez meses. En el primero de ellos se les mostró varias veces un espectáculo muy sencillo de títeres de madera durante el cual una bola roja intentaba subir una colina mientras era ayudada, a veces, por un triángulo amarillo que la empujaba por detrás. En otras situaciones la bola roja se veía obligada a bajar la colina por culpa de un molesto cuadrado azul que le causaba problemas. Después de ver a las marionetas, a los bebés se les pidió que eligieran a un personaje de entre las tres figuras. La gran mayoría (el 80%), eligió el triángulo amarillo, es decir, la figura que ayudaba. En palabras de Bloom, “escogieron al buen tipo”. En el segundo de los experimentos, denominado “Osos molestos y conejitos ladrones”, a los bebés se les enseñó un títere con forma de perro que intentaba abrir una caja. En ese momento, un oso de peluche le echaba una mano, ayudándole a abrirla, al mismo tiempo que aparecía otro oso que se sentaba encima de la caja para impedirle que la abriera. Después de ver la escena varias veces, a los niños se les daba la oportunidad de elegir a uno de los dos ositos. La mayoría de los bebés prefirió quedarse con el peluche colaborador. Por último, los investigadores realizaron un tercer experimento con títeres. Esta vez era un gato que jugaba a la pelota en compañía de dos conejos. Cuando el gato perdía la pelota, uno de los conejos la recuperaba y se la devolvía, mientras que el otro se la robaba, escapándose con ella. En este último caso, los niños de cinco meses escogieron al conejo colaborador y los de 21 meses incluso llegaron a golpear al conejo ladrón en la cabeza. Así que parece que no es necesario que los padres se preocupen “tanto” por enseñar a los niños la diferencia entre el bien y el mal, ya que quizás sea algo con lo que los bebés ya vengan al mundo. Claramente los resultados de este estudio parecen apoyar la idea de que la capacidad para distinguir entre el bien y el mal forma parte de naturaleza humana y se manifiesta desde muy temprana edad.

Pero si hay un científico que ha llevado lejos esta idea ese es Mark Hauser, quién en su último libro “Mentes Morales” propone que los procesos evolutivos han generado una facultad para realizar juicios morales –una especie de caja de herramientas moral, una gramática moral universal, algo similar a lo planteado por Chomsky acerca de la sintaxis generativa universal que subyace a la aparente variabilidad de las distintas lenguas–. La idea principal planteada por Chomsky es que si nos fijamos en el proceso de adquisición del lenguaje en el niño, veremos que los estímulos que recibe son escasos comparado con las generalizaciones que éste hace. Como resultado, tenemos que inferir que el niño ha nacido con cierto tipo de capacidades innatas que, en palabras del propio Chomsky, le permiten hacer “crecer” el lenguaje, no aprenderlo, del mismo modo que, por ejemplo, nos crecen los brazos. Estos principios generales o, en este caso, la gramática universal, forman parte de nuestra especie, de la maquinaria con la que venimos dotados. Ésta es la forma de pensar que Hauser adopta respecto al desarrollo de la moral: todos los niños adquieren un sistema moral que si bien dependerá en parte de su cultura, contiene principios que son universales. Podríamos hablar en cierto modo de un “instinto moral”. La noción de una gramática moral universal que varía en cada cultural nos lleva a entender cómo, al desarrollarnos, se fijan ciertos parámetros como resultado de la experiencia, al mismo tiempo que también nos exige entender que, una vez fijados, el sistema moral de otra comunidad nos puede parecer tan desconocido y dejar tan perplejos como nos puede ocurrir con su propio idioma. Creo que, pese a estas diferencias culturales, el tomar conciencia del hecho de que compartimos una gramática moral universal, incluso desde muy temprana edad, y que al nacer podríamos haber estado naturalmente preparados para adquirir cualquiera de los sistemas morales que existen en el mundo, nos debería dar la esperanza de que quizás sí que podamos llegar algún día a entendernos entre todas las diferentes culturas humanas. Pero de esa gramática universal ya hablaremos más adelante…

José Fco Zamorano Abramson | 02 de junio de 2010

Comentarios

  1. Antonio López-Peláez
    2010-06-03 15:37

    Curiosísima en verdad la propuesta de Mark Hauser. Una gramática moral universal heredada y no aprendida. Un golpe más (y especialmente demoledor) a la teoría de la tabla rasa. Lo cierto es que da qué pensar…

    http://antoniolopezpelaez.com

  2. Antonio López-Peláez
    2010-06-06 20:27

    Escribe Jorge Luis Borges acerca de Robert Louis Stevenson que éste “abjuró del calvinismo pero creía, como los hindúes, que el universo está regido por una ley moral y que un rufián, un tigre o una hormiga saben que hay cosas que no deben hacer.”

    http://antoniolopezpelaez.com

  3. José FZA
    2010-06-08 17:37

    Antonio, muy buena cita la de Stevenson, si me permites la citaré en la tercera entrega de este tema en la cual me referiré específicamente a los sistemas morales que se han encontrado en otras especies animales. ¡Por cierto muy interesante tu blog!

  4. María José
    2010-06-18 22:27

    A mí lo que siempre me sorprende de la idea de la “tabla rasa” aplicada a cualquier ámbito es que si de verdad a alguien le dieran un ser humano “tabla rasa” no creo que fuera capaz de hacer absolutamente nada con él, menos mal que nuestros hijos ya vienen bien equipados..Y si no, que se lo pregunten a los de la Inteligencia Artificial, el trabajo que les está costando implementar cualquiera de las cosas que hace el ser humano o cualquier otro animal de forma casi instintiva.

  5. RespuestasVeganas.Org
    2010-06-20 12:18

    “Sean de origen divino o natural, buenos o malos, de ser verdad que estos valores forman parte de nuestra naturaleza, deberíamos encontrar una moralidad “universal” en la especie humana, independiente de la cultura.”

    Esa cultura es el veganismo, el cual nace del sensocentrismo, del respeto a los demás animales sintientes por el hecho mismo de sentir. El veganismo es una cultura de la no violencia que no está basada en la religión sino en esta moralidad universal que, excepto psicópatas, forma parte de nuestra naturaleza más positiva. Creo que sería un factor educador clave para construir sociedades más civilizadas. Además, al ser una filosofía centrada en el objeto-sujeto, en lugar de en el sujeto o en el objeto, se buscaría lo mejor para el otro, para su hábitat y la Naturaleza en general en la que todos vivimos.

    “Al parecer, esta supuesta “inocencia moral” de los bebés es falsa y desde temprana edad sí que son capaces de hacer juicios morales.”

    Pueden hacer juicios morales pero la cultura tiene una gran influencia en el individuo y acaba por bloquearla y moldearla hasta tal punto que el individuo puede acabar siendo parte de un sistema dominado por valores psicopáticos, de una patocracia.

    Otro apunte, la empatía por sí misma no es buena para los demás, ya que puede ser usada para hacer daño con mayor efectividad. Para que la empatía sea buena para la vida de los demás ésta debe ir acompañada de respeto y compasión.

    Así lo veo yo.

    Saludos,
    David.

  6. Antonio López-Peláez
    2010-06-22 00:41

    ¿Sistemas morales en otras especies animales? Vaya. Yo siempre había pensado que la moral es rasgo distintivo del hombre, y que los animales (es decir, los demás animales) no efectúan valoraciones en términos de “bueno” o “malo”, sino de “beneficioso” o “perjudicial”. Aunque quizá “bueno” y “malo” sean en el fondo formas alambicadas (propias de una especie muy, pero que muy, alambicada) de decir “beneficioso” y “perjudicial”. Quizá.

    http://antoniolopezpelaez.com


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