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Cuadernos de Ciencia Ficción por Alfonso Merelo

Los días 3 de cada mes repasaremos lo que ha sido y es la ciencia ficción en España y española: los autores, las mejores novelas y los hechos significativos de la literatura de ciencia ficción patria. Alfonso Merelo Solá es ensayista y conferenciante, ha publicado dos libros en colaboración (La ciencia Ficción Española y Franco: una historia alternativa) y uno en solitario (Fantástica Televisión en 2007). Mantiene dos bitácoras: memorando y Desde Tartessos.

La ciencia ficción de la edad de bronce II

En el artículo anterior terminábamos con la colaboración de Valverde Torné para Edhasa. Pero no fue únicamente en esa editorial en la colaboró. En 1966 edita una novela juvenil titulada 9 planetas y una estrella en la editorial Doncel, y su producción continuará el año siguiente cuando ve la luz la Antología Acervo de novelas de Anticipación en su volumen 7, íntegramente dedicada a autores españoles. En esta antología se publican dos relatos suyos de corte clásico: El hombre mecánico y El libro. En el primero, vemos el tema del robot desde una óptica completamente distinta con una sorpresa final, que supone un cambio de roles. En el segundo, se trata de mostrar que una de las religiones reveladas, la judeo-cristiana, es de origen alienígena, puesto que el incunable encontrado, escrito en un idioma extraterrestre, es algo muy conocido por nosotros: la Biblia. En 1967 escribiría Antihombre que vuelve a enmarcarse dentro de la ciencia-ficción religiosa. La creación de un hombre artificial desencadena el Armaggedon, puesto que éste robot, a la postre, resulta ser el Anticristo. Es una muestra más del miedo a la tecnología. Cuando el hombre crea vida, ahora la llamaríamos una Inteligencia Artificial, supone como castigo la destrucción de su creador. La moraleja viene a mostrarnos que jugar a ser dioses puede resultar peligroso. Dios no permite que nadie le haga la competencia desleal. Claro ejemplo de ciencia ficción admonitoria y moralista acerca de los avances científicos, y los límites que se pueden imponer al conocimiento humano.

Volveré ayer
Llega un número de vital importancia en Nebulae; el 72. Es de vital importancia porque otro autor español se incorpora al grupo de pioneros. Pero no se trata de un autor cualquiera, se trata ni más ni menos que de Domingo Santos, del que ya hemos escrito en Libro de Notas, que inicia sus actividades literarias, al margen de sus previas publicaciones en colecciones populares, publicando Volveré ayer (1961), que contiene tres relatos cortos: Volveré Ayer, El Círculo Infinito y El Huevo y la Gallina. A partir de aquí la colección se nutre de tres títulos más de su pluma, dos de los cuales son emblemáticos para el aficionado pasado y presente: La Cárcel de Acero, número 77, (1962), en la que nos ofrece una historia de nave generacional, la conocidísima Gabriel, número 85, (1962) y Meteoritos, número 111, (1965) que es una recopilación de relatos. Un cuarto título completará su colaboración en la colección Nebulae, esta vez como antologista, en la antes nombrada Antología Española de Ciencia Ficción. En esa antología se incluye asimismo su relato La canción del infinito.

Santos, ya no deja de estar presente hasta el día de hoy, en mayor o menor medida, en el mundillo de la ciencia-ficción y en sus muchas facetas de editor-autor-traductor-recopilador, se hace casi imprescindible en todo lo que huela a género fantástico en España.

El futuro ha comenzado
Hasta Domingo Santos sólo tres autores españoles publican con cierta asiduidad en una colección del género seria, lo que permite a Santos comentar entre sus amistades: «Soy uno de los tres mejores escritores de ciencia ficción que existen en España». Esto es cierto, en parte, ya que si bien es verdad que sólo existían los tres antes nombrados publicando en una colección, de un empaque más serio, dedicada en exclusiva al género de la fantasía científica, fuera de las colecciones temáticas hay otros escritores que publican ciencia ficción. Algunos de ellos sólo harán una breve incursión publicando una sola historia. Podemos citar a Agustín de Foxá que estrena en 1954 una obra de teatro denominada Otoño del 3006, ya comentada anteriormente aquí mismo, y José Luis López Cid con su obra Crisópolis, también de 1954. Posteriores serán Carlos Rojas (más tarde Premio Planeta, por su libro Azaña), con un título denominado El futuro ha comenzado (AHR. Ampurias. Barcelona 1958) y José Canellas Casal con Después de la bomba de hidrógeno (Dux, Barcelona 1961). Pero, sin duda alguna, el más conocido de estos autores fuera de colección es Tomás Salvador. La nave es su novela más emblemática. Les remito a otra columna ya publicada de Cuadernos de Ciencia Ficción para más información acerca de este autor.

Nebulae vuelve a recuperar a los autores patrios y son Juan García Atienza y Carlos Buiza los que se incorporan a la colección en sus postrimerías.

Juan García Atienza nació en Valencia en 1930 y falleció en 2011. Licenciado en filología románica, además de su faceta de escritor su otra pasión fue el cine. Estuvo muy vinculado al séptimo arte, y ejerció como guionista, ayudante de dirección (entre otros de Rossellini), y director fundamentalmente de documentales. Entre estos últimos se encuentra La historia y la vida extraterrestre, dirigido en 1978. Su único largometraje de ficción, como director, es Los Dinamiteros, estrenada en 1963 y con el veterano Pepe Isbert como protagonista, interpretando a un jubilado atracador de bancos. En televisión fue director y guionista de la serie Los Paladines en 1972. Apartado del terreno de la literatura de ciencia ficción siguió escribiendo sobre temas misteriosos y esotéricos. Entre las más conocidas de sus publicaciones está su serie Guías mágicas de España y sus libros sobre los templarios. Fue asimismo, un conferenciante habitual y colabora en diversos programas de radio, casi siempre vinculados, en mayor o menor medida, a las ciencias paralelas.

La máquina de matar
En lo que consideramos literatura especulativa, comienza escribiendo para Nebulae en el número 118 (1966) La máquina de matar, una novela corta que da título al volúmen y seis relatos mas, Siete vidas de gato, Previsto 50 muertos, Los adivinos, Lo puesto y un paraguas, Juegos y Espacio vital. En La máquina de matar nos cuenta la vida cotidiana en un mundo destruido por una guerra nuclear. El descubrimiento de un arma de fuego, un rifle concretamente, traerá unas consecuencias inesperadas, o por desgracia esperadas por el lector, y trastocará la vida de esa infra-civilización del futuro. En el nº 132 (1967) produce otro libro de relatos titulado genéricamente Los viajeros de las gafas azules. Aquí se contienen dos novelas cortas: Los viajeros de las gafas azules y Los alegres rayos del sol. La temática del primer relato viene marcada por los viajes en el tiempo. Mediante un bucle temporal, los viajeros del futuro se aseguran que un niño, nacido por inseminación artificial con ayuda de ellos, pueda llegar a generar el futuro del que proceden.
Los viajeros de las gafas azules
Con respecto al otro relato, hay que decir que está definido por el argumento arquetípico de las civilizaciones perdidas precataclísmicas. En este caso se trata de dos naciones Baalbeck y Egipo enfrentadas entre sí. Baalbeck lanza una astronave tripulada por un astronauta que ve, espantado, cómo a su salida estalla una guerra nuclear. Gracias a la dilatación einsteniana del tiempo, vuelve a la Tierra de la actualidad, donde es recogido por una familia de españoles.

García Atienza escribió multitud de relatos, que van apareciendo en diversas antologías. Cuando Nueva Dimensión hace su entrada en el mercado, colabora con la revista asiduamente llegando a ser un buen amigo de Domingo Santos. De hecho, en el número 43 de la revista se le rindió un homenaje dedicándole íntegramente el contenido de la misma, publicándose 13 de sus relatos más significativos.

En 1967 se publican tres relatos en la Antología Acervo de novelas de Anticipación en los que nos ofrece una temática variada, desde el terror hasta una incursión en los problemas genéticos. Las tablas de la ley es un antecedente muy claro de Gattaca, que se anticipa mas de 30 años a la apasionante discusión actual sobre la manipulación genética y sus consecuencias. También en el mismo año la Antología española de ciencia ficción de Edhasa cuenta con él y publica Kuklos, un relato sobre racismo encuadrado en un ambiente espacial.

Nueva Dimensión

En 1968 es publicado su relato Muy arriba muy adentro en la revista argentina Minotauro en su número 10. Posteriormente, Atienza, hace una incursión tangencial dentro del terreno de los mitos Cthullu, con su historia Balada por la luz perdida. Es un relato que, con un marco netamente español, un pueblo de montaña remoto, recrea los mitos de civilizaciones extintas. Con una técnica epistolar, es el médico del pueblo, mediante su correpondencia, el que nos informa, narra el renacimiento en el presente, en forma de bebés extraños y grotescos, de esa olvidada civilización. La similitud podría darse asimismo con la novela Los cuclillos de Midwich de John Wyndam, teniendo en cuenta que el caso que nos atañe no sería consecuencia de una inseminación extraterrestre.

La civilización poscataclímisca, después de un desastre nuclear, es tratada en Nada más que un satélite, permaneciendo los restos de la cultura terrestre en una colonia con sede en la luna.

Un mundo sin luz
Carlos Buiza es el último de los autores hispanos que participa en Nebulae siendo muy joven y aún estudiante universitario de Derecho. Únicamente un título es publicado en esta colección: Un mundo sin luz, en el número 134 (1967). Este libro contiene cuatro relatos, Un Mundo sin Luz, Limpiacielos, Asfalto y Viaje de estudios. Entre todos destaca uno que se ha convertido a lo largo de los años en emblemático del fantástico español: El asfalto. Gracias a Narciso Ibáñez Serrador y a su adaptación televisiva en 1966, dentro de su serie Historias para no dormir, este relato se hizo muy popular y es conocido más allá de las fronteras del género. Muchos dudan de su inclusión dentro de la ciencia ficción, y es obvio que esto ocurra así, pero debe ser incluido, sin género de dudas, dentro del más amplio género fantástico. Como reflexión sociológica es un relato terroríficamente lúcido. Sus premisas son igual de válidas actualmente que en su época de publicación. Es un relato intemporal en el cual la soledad, el desamparo, la insolidaridad, la injusticia social y la apatía del estado hacia sus ciudadanos, son cuestiones que se plantean desde una perspectiva muy real y pesimista. Por supuesto, y como ya se ha expresado, no se necesita mucho esfuerzo de imaginación para comprobar que su planteamiento es extrapolable a la actualidad, o a cualquier tiempo, y a cualquier sociedad de las que denominamos avanzadas, en las que prima la conocida frase de Góngora Ande yo caliente y ríase la gente.
Por otra parte el relato Un mundo sin luz sería, también, llevado a la televisión con el nombre de Caminos hacia el futuro. En él, con reminiscencias a El fin de la infancia, contemplamos la arribada de extraterrestres que evacuarán a los niños de la Tierra para salvarlos de una potencial aniquilación atómica a punto de ser ejecutada por los adultos.

Buiza vuelve a publicar cuentos cortos en la Antología Acervo de novelas de Anticipación volumen 7. Se incluyen, en la famosa antología, tres relatos de corte muy diferente. Un cuento puro de ciencia ficción como es Flores de cristal, en el que en un entorno extraño se produce un primer encuentro con extraterrestres, cuyas motivaciones son incompresibles. La mística religiosa está presente en La Caída, donde una expedición científica extraterrestre observa el episodio bíblico de Eva y la serpiente. Por último un relato humorístico titulado Confesión de un grats, que trata de una invasión extraterrestre, en la que la avanzadilla se queda a vivir en la Tierra porque es mucho más divertida. Casi podría ser considerado un antecedente lejano de Sin noticias de Gurb de Eduardo Mendoza.

En plena euforia de los sesenta, Buiza fue editor del fancine CuentaAtras. Curiosamente su numeración, y como se podría presumir por su título, comenzó en el número menos cien, para ir hacia atrás intentando llegar a cero. El fancine comenzó en 1966 y se llego hasta el número menos 84 en 1969. Se publicaron por tanto 17 ejemplares.

Con respecto a sus motivaciones para escribir relatos de ciencia-ficción, Buiza, comentaba en La Estafeta Literaria nº 390 (1968), un número monográfico dedicado a la ciencia ficción en España: «Escribo ciencia ficción porque es el género literario con que el hombre escritor consigue una comunicación más efectiva con los demás; porque es el género más humano, mas ingenios, que posee mayor fundamentación tanto expresiva como temática; porque cobra un precioso tributo en quien escribe y en quien lee: la imaginación cuya alarmante escasez nos convierte, día a día, en primates». Como puede verse una auténtica declaración de intenciones que es extrapolable a la situación actual. En palabras de Domingo Santos «su trayectoria fue como la de una estrella fugaz. Brilló intensamente desde sus primero relatos y después desapareció». Pasó de ser la gran esperanza blanca de la ciencia ficción española a desaparecer sin dejar rastro.

Como conclusión y resumen añadiría que casi todos los primeros o pioneros continuaron escribiendo más allá de la década de los 60, aunque algunos de ellos derivaron hacia otras formas de comunicación o de géneros. Se podría afirmar que este periodo nos ha legado algunas obras magníficas que figuran y figurarán en el podium de lo mejor de la producción autóctona de ciencia ficción.

CONTINUARÁ

Alfonso Merelo Solá | 03 de diciembre de 2012

Comentarios

  1. Mundo Friki
    2012-12-14 06:57

    100% recomendado Un mundo sin luz,lo tuve que leer de un tirón porque me tenía enganchado.


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