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Crónicas del Hype por Guillermo Zapata

El 14 de cada mes, una columna sobre fenómenos mediáticos, cultura convergente, sociedad de control y otros servicios inútiles servida a modo de notas orientativas y, a poder ser, con algo de humor. Aunque los enlaces y las citas serán el auténtico grumo de este potaje, el encargado del caldo es Guillermo Zapata. Un guionista de televisión que a veces hace cortos.

El Criterio y la Confianza en la era de las redes sociales

1.- La idea de un jurado es la de alguien (o un grupo de personas) que administra justicia. La justicia, como sabemos, se representa con los ojos cerrados. La idea que transmite esa imagen es que no conocer es mejor para juzgar. Que lo subjetivo debe salir de la ecuación. Des-personalizar la decisión, hacerla cerebral es, entonces, garantía de éxito. Sin embargo, como sabemos, lo personal afecta al juicio y “la ceguera” suele ser más bien opacidad y territorio para que crezca la corrupción.

Al mismo tiempo, una de las características de las redes sociales es que han hecho que lo que estaba alejado se acerque mucho y que lo que era invisible y opaco, se haga visible. Así, desde Wikileaks a los sobres de Barcenas o el “yo te sigo si tu me sigues” las redes que interconectan los macro o micro poderes, se van desvelando.

La serie The Wire tenía como lema el “Todo está conectado” y hoy mismo podemos trazar el camino que va de los sobres de barcenas al dinero de las constructoras a las políticas inmobiliarias en España. La ilusión de la objetividad ha sido sustituida por la certeza de la corrupción. El motivo, quizás, es que así como las redes consiguen rebelar el resultado de un proceso, el proceso en sí sigue siendo ópaco. La transparencia “en origen” no es suficiente. La transparencia como mecanismo para vigilar delitos no evita que éstos se produzcan.

2.- Hace unos meses participé en una iniciativa de eso que hoy se llama innovación social. La idea era juntar a personas del ámbito empresarial ligado a la cooperación, la ecología o la tecnológica con ámbitos ligados al mundo cultural y del arte. El Jurado del la propuesta estaba compuesto por algunas personas que conozco, buenos amigos que habían sido elegidos precisamente por su conexión con los territorios compartidos del arte y los ámbitos sociales y su capacidad relacional ligados a ellos. Se les animó, por ejemplo, a difundirla entre las personas que conocieran y animarlas a participar.

El resultado fue, claro, que muchas de las propuestas presentadas venían de personas que los propios miembros del jurado conocían bien. Sin embargo, en ese momento debían juzgar las propuestas con una supuesta objetividad, algo que era evidentemente imposible. Las personas que compusieron el jurado decidieron no hacerlo y visibilizar y hacer transparente un criterio de confianza: “cómo conozco a estas personas, sé que el trabajo que dicen que van a desarrollar se desarrollará tal y cómo se dice”. La confianza garantizaba, de alguna manera un filtro de calidad. A esa transparencia se incorporó una demanda que, creo, es muy importante: la de incorporar mecanismos para medir si esa confianza se había cumplido o no, para evitar que el criterio personal no fuera nunca sometido a prueba.

La pregunta es: ¿Se podría extrapolar este mecanismo? ¿Podríamos imaginar una decisión así convertida en protocolos más amplios y para la gestión de una cantidad mucho mayor de recursos? ¿Cómo podemos medir la confianza en un contexto panóptico e interdependiente?

Si introducimos la transparencia en un proceso de este tipo e incluso si impulsamos la dimensión relacional de las propuestas afrontamos el problema de cómo valorar los extremos menos conectados de la red en relación a los nodos más fuertes.

En ese sentido es interesante un factor de medición que, si no me equivoco, viene de los proyectos de cooperación al desarrollo, que es el de la multiplicación. La pregunta que se hacen no es ¿qué producto genero?, sino más bien ¿qué infraestructura genero que puede ayudar a que se generen cuantos y cuales productos?

La cultura y más la cultura-hype, está obsesionada con el resultado, financiando flores exóticas en vez de huertos.

Guillermo Zapata | 14 de febrero de 2013

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