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Crónicas del Hype por Guillermo Zapata

El 14 de cada mes, una columna sobre fenómenos mediáticos, cultura convergente, sociedad de control y otros servicios inútiles servida a modo de notas orientativas y, a poder ser, con algo de humor. Aunque los enlaces y las citas serán el auténtico grumo de este potaje, el encargado del caldo es Guillermo Zapata. Un guionista de televisión que a veces hace cortos.

El protagonista silenciado

1.- Que chulo sería empezar con una cita de los Clash un artículo sobre lo que sucede en Londres. Que “a mano”. Pero seamos sincero, no tengo ni idea de la música que escuchan los miles de jóvenes que se han enfrentado con furia a los más de 16.000 policías desplegados por el gobierno británico de Cameron tras el inicio de los disturbios. No tengo ni idea y dudo que escuchen los Clash, sino a algo más moderno. Sin embargo, parece una buena banda sonora para esa revuelta. Podríamos hablar de los Clash, como podríamos hablar de la Angry Brigade, Margaret Thatcher o los Pistols. El pasado amplificado en el presente para demostrar (hype obliga) que todo es siempre lo mismo. Claro que sí, recetas que no falten.

Leo artículos y noticias que citan, nombran, explican y determinan. Reparten moralejas. Todas ellas tienen una característica similar: los protagonistas de las revueltas no tienen voz en los análisis. Todo el mundo habla de ellos, pero nadie habla con ellos ni les pregunta a ellos.

2.- Hace años, durante las revueltas de las periferias parisinas de 2007, encontré un video en youtube en el que se reproducía el acontecimiento que dio origen a las revueltas: el asesinato a manos de la policía de un joven francés. El video contaba lo sucedido utilizando imágenes de Second Life. Unos años después se desató una pelea en el madrileño barrio Alcorcón a cuenta de unas canchas de baloncesto. No era difícil encontrar en la red testimonios de lo sucedido, foros de discusión y debate dónde los jóvenes discutían apasionadamente sobre cómo estaban viviendo toda la situación. Su foco de odio principal era doble: la policía y los medios de comunicación (que habían construido el problema como un conflicto racial, cuando en realidad no lo era por la realidad multiétnica de los dos grupos de chavales enfrentados).

Resumen sintético: esos chavales que aparecen como una masa uniforme encapuchada y silenciosa, son como mínimo una realidad múltiple, compleja y para nada silente. Los miles de chavales que están en las calles de Londres están hablando. Están haciendo videos, fotos, subiéndolas a servidores, etiquetándolas, comentándolas, etc.

Y si todo gesto en el espacio público es un gesto político, esos chavales además de hablar “entre ellos”, además de narrarse lo que está sucediendo en su propio código, le están hablando a todos los demás. Nos están hablando al resto.

Y si ésto es así, negarles la propia voz también es un acto político.

3.- Pero no se trata exclusivamente de negar los motivos de sus actos, sino de explicarlos desde el cómodo prisma de cada cual. Lo más sorprendente es que un acontecimiento que supone una ruptura radical del orden y que aparece como una fuerza arrolladora precisamente por su imprevisibilidad, encuentra como eco un coro de voces que dicen “Ya lo sabía”. Todo el mundo parece tener una explicación para lo sucedido que confirma su visión del mundo punto por punto.

Para Cameron lo sucedido es un ejemplo de la falta de disciplina de una juventud poco controlada por sus familias, de un sistema educativo permisivo y de una cultura que enseña a los jóvenes que solo tiene derechos y que carecen de deberes. Dice más, la policía ha hecho un trabajo excelente (no se sabe si incluye también el asesinato que sirvió de chispa para los disturbios). Incluso ha presentado a un grupo de jóvenes responsables que se encuadran bajo el nombre de “No en Mi nombre” (magnífica reapropiación de los lemas del movimiento contra la Guerra, por cierto). Los cívicos jóvenes que son la punta de lanza de un debate sobre la juventud se carácterizan por una cosa: ninguno participó de los acontecimientos.

Para la izquierda, lo sucedido está vinculado directamente con los recortes sociales realizados por el propio Cameron. Sin embargo, esa misma izquierda no considera sujetos políticos a quienes se niegan a ser simples víctimas de esos recortes. Es más, se muestran aterrados ante la posibilidad de que enfrentarse a una policía armada hasta los dientes sin miedo a matar y rompiendo coches y tiendas, saqueando e incendiando pueda vivirse como un acto de liberación.

La tercera explicación es aquella que se permite el lujo de determinar la importancia de lo que están haciendo a partir de la trascendencia que le otorgan a sus acciones. Así, gente que se pasa el día comprando el último modelo de teléfono móvil, el último gadget tecnologico y que cambia de zapatillas cada seis meses, minusvalora a los protagonistas de lo sucedido porque han robado móviles, cámaras de video, pantalones y zapatillas.

Criminalización, disciplina, paternalismo y menosprecio son el es el eco que reciben los protagonistas silenciados de las revueltas.

Y finalmente, la maquinaria publicitaria trabaja silenciosa. En unos meses, la “estética del disturbio” servirá para que jóvenes progres simulen ser protagonistas de unas revueltas que hoy condenan. Pero el saqueo empezó antes: su ropa, su música, sus pintadas y sus locales, su ocio, su estética, su forma de hablar, su corte de pelo, todo apetecible y suculento festín para el hype y su ejercito de coolhunters.

Así que quizás la único importante a partir de hoy es lo que esos chavales hagan cuando los disturbios terminen. Las formas en las que sobrevivan, resistan, imaginen y creen. Visto lo visto, tendrán que hacerlo solos, porque nadie parece pensar que tengan algo que decir ni nada sobre lo que decidir.

Guillermo Zapata | 14 de agosto de 2011

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