“Basta de canciones de gesta, un gesto”. Permitan que me autocite y me dé placer a mi mismo. En la biodiversidad de mis lecturas, entre las que se encuentran las deportivas, aparecen las crónicas de la Final de la Copa del Rey.
En las eliminatorias, en las batallas que llevan a la conquista, en ese camino de la medianía, se ha quedado un equipo al que han querido construirle una genealogía heróica, con la pretensión de la grandioso. Igual que si quisiéramos reunir en el mismo ejército, para la misma gesta, a Rodrigo Díaz de Vivar, Fernán González, Pelayo, Colón, este equipo reune a los supuestamente más grandes jugadores del momento.
Si Quevedo, Lope, Góngora, Cervantes, hubiesen escrito juntos no esperaríamos un fiasco.
Sin embargo, como en las tragedias, el “fatum” rueda en su contra. Podríamos discutir si las gestas son las que se pierden o son las que se ganan. Mas un equipo destinado a la gloria no debiera permitirse el sufrimiento. Parafraseando a Lope por Bonilla: “quien lo perdió lo sabe”.
Lo que dijeron “noche mágica” la confundieron con estéril: pero sólo en estos tiempos la publicidad nos salva. La furia que se le supone a los héroes no posee a estos jugadores, ni el convencimiento, lo mítico.
Parafraseando a Lope por Bonilla: “quien lo perdio lo sabe”.
En el deporte, sobre el campo de juego, los despachos no ganan. En el deporte, sobre el campo de juego, los que lanzan mensajes desde un traje de “armani” nada tienen que hacer.