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Causas justas por Camilo de Ory

Camilo de Ory necesita dinero. Cada lunes, en la sección Causas justas de Libro de Notas, lanza al aire una serie de pensamientos tan erráticos como su visión del mundo y tan breves como su jornada de trabajo. Animamos a los lectores a entrar al trapo y crear a pie de página un bullicioso foro de debate en el que cualquier conducta antisocial tendrá, que nadie lo dude, su justa recompensa.

Por un casco británico para la policía, IV

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Me detengo ante los escaparates con frecuencia, tal vez mi vida sea demasiado aburrida. Pero jamás lo hago ante el de una sex-shop, por ejemplo, ni ante el de una ortopedia, que viene a ser lo mismo. En el primer caso creo que me vence el pudor, en el segundo caso me invaden la superstición y el pánico.

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Ignoro si a las ortopedias les afectan las rebajas; tampoco sé si hay tendencias ortopédicas de moda.

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En realidad lo ignoro casi todo sobre las ortopedias. Difusamente, sé que en ellas se venden fajas y bragueros, aparte de piernas de recambio. Siempre que paso por una ortopedia me acuerdo de José Luis López Vázquez, que no sé si hizo de ortopedista en alguna película de los años setenta. Si no era él, merecía serlo: tiene un definitivo aspecto de ortopedista, al menos yo recuerdo a un López Vázquez ortopedista.

Camilo de Ory | 13 de octubre de 2008

Comentarios

  1. Lucinda
    2008-10-13 14:46

    En julio de 1999, Chaplin tuvo un hamster con su primera mujer, la casi adolescente Sagrario López, que entonces tenía 17 años. El hamster murió a los tres días de su adquisición y su desaparición sumió al poeta en un estado catatónico incompatible con la creatividad.

    Sin embargo, dos años después vomitaba (no hay mejor verbo en este caso) una obra maestra de la narrativa llamada Cosas con la lengua, que le costó un año y medio de trabajo, aunque hoy libros como ése nos parezcan el colmo de la desfachatez y el cinismo.

    Chaplin vio en el bellísimo Blimpy Mouse, de seis años, el reemplazo de la ausencia de “su pequeño ratón”, y así le retrató, como su mascota sucia pero terriblemente amada, ante la cual la perspectiva de la pérdida se intuye espantosa e inconcebible para el ebrio artista.

    Hay un pasaje en este libro que resume la intención de un artista exigente y triste, con los medios y la cultura literaria de entonces, tan embebida por el cutrerío: llorando, dueño y hamster se abrazan, recién salvados el uno del otro de vivir separados; hasta el familiar beso en la boca tiene algo de atemporal y profundamente melancólico. El protagonista eleva los ojos al cielo en una extrañísima mirada de dolor y triunfo mientras abraza al ratón y por primera vez, al fin, parece respirar tranquilo.

    De todos modos, el destino fue amable con Chaplin: le dio once hijos.

  2. Lucinda
    2008-10-13 14:49

    FE DE ERRATAS

    Donde dije:

    “Chaplin”

    Quise decir:

    “Ory”

    Y donde dije:

    “el destino fue amable con Chaplin: le dio once hijos”

    Quise decir:

    “el destino fue amable con Ory: le dio once hamsters”

  3. joyce
    2008-10-13 20:02

    Sigo su obra, caballero.

    Curiosa es.

  4. yeats
    2008-10-13 20:11

    Poeta?

    Dice que es poeta?

    Bah, será artista.

  5. mano
    2008-10-14 14:54

    Yo tengo la misma impresión de miedo ante las ortopedias; pero también, lo siento, ante sus usuarios. No sé, me aterra pensar en palpar una mano y encontrármela de plástico. Y supongo que son una amenaza, igual que ver pasar un coche fúnebre.


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