Libro de notas

Edición LdN
Cartas desde Brasil por V.V.A.A.

Cartas desde… es un intento por recuperar el espíritu de las corresponsalías epistolares de la prensa decimonónica, más subjetiva, más literaria, y que muestre una visión distinta y alternativa a la oficial de Agencias.

(In)consistencias: Lula, los muros y la sagrada familia

por Xoán Carlos Lagares

Es posible que me entregue sin culpa con demasiada frecuencia a la incoherencia verbal o que ande por ahí sin preocuparme demasiado por el sentido último de mis acciones. Además, tengo poco talento para proponer nuevas doctrinas y me falta fe para seguir las ya existentes, de manera que no me considero un individuo dogmático. Y sin embargo, me molesta la inconsistencia. Ya sé que, en estos tiempos líquidos, no debería preocuparme por la falta de bases sólidas sobre las que edificar un discurso o una acción política, pero confieso que me incomoda ese va-y-viene retórico, ese baile de ideas que vuelve del revés lo que ya está patas arriba, que representa un eterno más-de-lo-mismo con otra cara y que, al final, nos impide ver qué coño está pasando e imaginar alguna salida.

Uno
En un encuentro con Gordon Brown, Lula dice ante la prensa que la culpa de la crisis económica mundial es de personas blancas de ojos azules. Un periodista inglés finge no haber entendido la afirmación y le propone con malicia que desarrolle la idea. El presidente brasileño explica entonces que le parece injusto que los países más pobres paguen la cuenta de una situación que no han provocado. La prensa brasileña se muestra avergonzada por el papelón de Lula ante el primer ministro británico, que, siendo como es blanco (aunque no parece tener ojos azules), se habría quedado aún más pálido ante tal acusación. Artículos de opinión y cartas al director se dicen indignados por la repercusión internacional que pueda tener la metáfora “racista” del presidente. Algunos piden incluso que se le aplique la rigurosa ley brasileña contra crímenes de discriminación racial.

Poco tiempo después, en el encuentro del G-20, la cumbre de líderes planetarios que iba a re-fundar el capitalismo, en rueda de prensa compartida con Barack Obama, Gordon Brown le devuelve la jugada a Lula, revelando que en una conversación privada este le habría confesado que se pasó toda la vida echándole la culpa a los otros: cuando era sindicalista, a los empresarios; cuando estaba en la oposición, al gobierno; y ahora en la presidencia de Brasil, a los Estados Unidos o a Europa. Lula concluía y Brown repetía que era el momento de que todo el mundo asumiera sus propias responsabilidades. Obama, con su sonrisa abierta y seductora, se mostraba totalmente de acuerdo.

La estrella de Lula brilla de forma cegadora porque, como presidente de Brasil, el ex-metalúrgico ha alcanzado el don de la ubicuidad, el entre-lugar desde el que representar con convicción cualquier papel. Su autoridad reside, precisamente, en sus cualidades de camaleón, que le otorgan superpoderes de político perfecto. No hace mucho tiempo un prejuicioso artículo de El País mostraba su sorpresa por la naturalidad con que Lula, a pesar de sus orígenes humildes, vestía trajes de diseño. Pero es que el principal talento del presidente brasileño es precisamente el de saber vestir todos los trajes con la misma soltura. Desde los humildes frijoles con los que mataba el hambre en el brasileño estado de Pernambuco hasta las cenas de gala en el palacio de Buckingham, Lula ha desarrollado la extraordinaria capacidad de saber exactamente lo que debe decir ante cada auditorio, de modelar su discurso según las circunstancias, apoyándose siempre en la sólida base de su propia y vasta experiencia personal. Así es como se puede erigir portavoz de los países del Tercer Mundo sin por ello dejar de ser considerado miembro del exclusivo y elitista club de los países más poderosos del planeta (una aparente contradicción, por otra parte, perfectamente brasileña). Sólo hay que ver las fotos de los periódicos para comprobar cómo Lula resulta convincente con todas las ropas, en todas las situaciones: con la visera del MST o con traje blanco y sombrero panamá, al lado de grandes propietarios rurales; con mono y casco de la Petrobrás o conduciendo un tractor; con camisa, bañador o corbata. En todas las ocasiones es él, es real, su postura y su biografía lo avalan. Sospecho que Lula es sincero incluso cuando miente.

Dos
Hace tiempo que circula la propuesta de colocar muros alrededor de las favelas que están enclavadas en los montes de la Zona Sul de Rio de Janeiro, el gueto privilegiado de la ciudad, el reducto de las clases media y alta, la postal turística de Brasil. Es una propuesta que ya había sido presentada hace unos años por un político y arquitecto carioca, que fue alcalde de la ciudad, como solución para frenar la expansión y combatir el tráfico de drogas en A Rocinha, la favela más grande y posiblemente la más famosa de Río. No sé de quién ha partido esta vez la iniciativa, pero las autoridades municipales la estudian seriamente y han empezado a aplicarla en Dona Marta, en el barrio de Botafogo, con la aquiescencia de la prensa local, que considera que la oposición de algunos grupos de izquierda es sólo consecuencia de sus propios prejuicios ideológicos.

La coartada es ahora políticamente correcta. Los muros serían, en realidad, “eco-límites” destinados a proteger la flora y la fauna de las reservas forestales urbanas. La favela, como ya habíamos señalado en otra ocasión, es fundamentalmente, para el sentido común que expresa la prensa carioca, un problema de paisaje. También se habla de “remoción”, algo así como extirpar un tumor, sin que nadie parezca dispuesto a discutir seriamente qué hacer con las personas que la habitan, vidas desnudas, individuos sin derechos que pueden ser sacrificados para mayor gloria del orden social imperante.

Surge el debate (sobre los muros). Argumentos a favor y en contra. En entrevista al periódico Globo, que ha iniciado una auténtica campaña para que sean construidos, un líder comunitario afirma ser partidario de que se erijan esas grandes paredes. Este supuesto portavoz de los “favelados” se dice a favor por los motivos ecológicos aducidos y por una cuestión de seguridad, pues le permitirían sentirse como si viviera en un “condominio”, las urbanizaciones fortaleza en las que se encastilla la “clase media” (me cansa escribir una y otra vez, en mis cartas, este sintagma, en el que ni siquiera creo). Yo pienso en Valle Inclán. En Luces de Bohemia, cuando el preso anarquista le dice a Max Estrella que espera que la policía le aplique la “ley de fugas” y que lo maten por la espalda (algo, por otra parte, bastante común por estos pagos), exclamando: “¡Y a esto llaman justicia los ricos canallas!”, el poeta ciego lo corrige afirmando que son los ricos y los pobres, que la barbarie ibérica (brasileña) es unánime. Y me pregunto por qué lo simple y consistente, lo que afirmaba el refrán de un viejo samba, que la favela es un problema social, se queda siempre fuera de foco. Discursos y acciones coherentes se apoyan en muros poco sólidos, y nada parece poder acabar con este círculo infernal de hipocresía y miseria.

Tres
Estoy harto de leer noticias sobre casos de corrupción en el Congreso y el Senado brasileños. Cientos de congresistas viven a cuerpo de rey, una corte hipertrofiada quema dinero público como si fuese un montón de hojas secas. Son miles de cargos y subcargos de confianza, millones de reales destinados a pagar los lujos de sus señorías, sus coches oficiales, sus “apartamentos funcionales” en Brasilia, sus teléfonos móviles, sus tarjetas de crédito institucionales, sus viajes por el ancho mundo. El penúltimo escándalo fugaz (mientras escribo esto ya habrán surgido otros) es la constatación de que los congresistas utilizan sus cuotas de billetes pagos por el erario público para costearles paseos turísticos en París o Nueva York a sus mujeres, novias, amantes o incluso suegras. Siempre respetando las normas del Congreso, que ellos mismo han aprobado. El fisiologismo, la patrimonialización del Estado, el ultra-conservadurismo de un sistema de castas, que funcionan como organizaciones mafiosas, forman parte del modus vivendi de sus señorías, que consideran todo eso de lo más natural.

Cuando inquirido sobre esa particular malversación de fondos públicos que consiste en pagarles viajes de turismo a los familiares con dinero del Congreso, un diputado del ER, partido evangélico, se mostró sorprendido e incluso indignado. La respuesta del diputado ante la infundada acusación de corrupción tiene la solidez de las verdades eternas. Dice su señoría, que pleonásticamente responde al nombre de Inocencio, que “la familia es sagrada”.

Xoán Carlos Lagares | 22 de abril de 2009

Comentarios

  1. Juan Jose
    2009-05-17 10:52

    Xoán, esa favela de Doña Marta. ¿ Es la misma en la que el gobierno acaba de instalar Internet gratuito para sus habitantes, otra inconsistencia?
    El motivo de mi visita, además de leer las cartas desde Brasil es muy puntual: En nuestra web, una iniciativa particular; Estamos inaugurando un Museo Virtual que me encantaría conocieras.

  2. Xoán
    2009-05-19 16:45

    Hola, Juan Jose, es la misma sí. Es una favela antaño dominada por el tráfico y que hoy se muestra como ejemplo de cómo puede cambiar la situación cuando la “ocupación” del Estado es pacífica (y no militar, con las tropas de elite), con policiamiento de cercanía, al servicio de la comunidad, y otros servicios sociales. Ahora también van a extender Internet gratis a otras favelas, como Vigario Geral y Cidade de Deus, y están hablando incluso de ofrecerlo para toda la periferia de la ciudad. Sospecho que la “inclusión digital”, además de sus bondades integradoras, tiene el objetivo de conquistar un nuevo y creciente mercado, con la venta de equipos informáticos. Se me ocurren dos objeciones: que sin duda otros servicios sociales serían más urgentes (hospitales donde la gente no se muera por los pasillos, escuelas de donde los niños saliesen sabiendo leer y escribir…), y que las empresas de Internet en Brasil ofrecen un servicio caro y malo a los que podemos pagarlo, y no parece que haya propósito de enmienda ni voluntad intervencionista por parte del Estado en ese aspecto. Pero, en fin, mejor que nada…

    Gracias por la visita y la invitación para conocer vuestro Museo Virtual. Lo he visitado y me encantó. Es una gran iniciativa, enhorabuena.


Librería LdN


LdN en Twiter

Publicidad

Publicidad

Libro de Notas no se responsabiliza de las opiniones vertidas por sus colaboradores.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
Desarrollado con TextPattern | Suscripción XML: RSS - Atom | ISSN: 1699-8766
Diseño: Óscar Villán || Programación: Juanjo Navarro
Otros proyectos de LdN: Pequeño LdN || Artes poéticas || Retórica || Librería
Aviso legal