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Butaca no numerada por Alberto Haj-Saleh

Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.

Nadie me entiende

No hay ninguna diferencia entre Caótica Ana y mis películas anteriores. Algo así debió pensar Julio Medem desconcertado ante una crítica que despedazó su penúltima película y, sobre todo, ante un público que antes lo adoraba y que aborreció su filme más íntimo y personal. En algunos artículos y alguna entrevista realizada más de un año después del desastre, se adivinaba en el cineasta vasco la absoluta incomprensión ante lo que había sucedido. Para él, Caótica Ana era la continuación natural de lo que había hecho hasta entonces, allí estaban sus símbolos, sus claves, su modo de rodar siempre tan lírico y poético, sus diálogos imposibles. Lo imagino preguntándose qué tiene tan diferente lo que dice Manuela Vellés en la película con las cosas que decía Silke o Enma Suárez en Tierra o Paz Vega en Lucía y el sexo.

E igual tiene parte de razón. Pero de repente el público dejó de entenderle, y no cualquier público: el suyo, sus espectadores, sus incondicionales, sus fans. A veces ocurre, a veces a los directores les pasa como a los futbolistas veteranos, que de repente ya no son tan rápido, les pillan los regates, ya no entran los goles, dejan de dar miedo a los rivales. Intentan hacer su regate, el de siempre, una y otra vez, pero ahora les quitan el balón de malos modos, dejándoles en el suelo muchas veces.

Le pasa a Medem como le pasa a Coppola, del que miramos su Tetro intentando creernos de verdad que la ha dirigido el mismo tío de El Padrino, o a Blake Edwards, o a Berlanga, o a Juan Antonio Bardem o a muchos otros que parecen decir en cada una de sus últimas películas “yo esto sabía hacerlo bien, ¡sabía hacerlo!” Y ya no saben si es que no saben, si es que han cambiado ellos, los tiempos, los espectadores o todo a la vez.

Por supuesto también están los incondicionales, claro, los “raulistas” del cine que siguen encontrando maravillas en pequeños detalles, que siguen viendo los rastros del genio (aún recuerdo haber leído un “maravillosa Caótica Ana” por parte de una amiga, perdónala señor, no sabe lo que hace), cuya fidelidad va más allá de cualquier cosa. Los que con una verónica medio bien hecha de Curro Romero ya dan por más que amortizada la entrada.

Por cierto, ayer vi el Holmes de José Luis Garci. Me divertí mucho. Buenos días.

Alberto Haj-Saleh | 19 de septiembre de 2012

Comentarios

  1. Merche
    2012-09-19 13:40

    Ya somos dos. Os dous de sempre, diría Castelao.

  2. Marcos
    2012-09-19 15:57

    Es un tema interesantísimo, el de la incapacidad del creador para juzgar su propia obra, porque supongo que cualquiera de ellos, en general, pensarán que son buenas películas; o quizás no, quizás sepan que no lo son, pero ya no son capaces de hacerlas mejores. Y otro tema: hasta qué punto el éxito de determinadas películas de estos directores es suyo o de alguno de sus colaboradores o de un cúmulo de circunstancias que nunca más se vuelven a repetir y entre las que la maestría del director es secundaria.

    Y espero que lo de Garci tenga algún tipo de aclaración futura, porque como vaya a verla por este comentario y me encuentro lo que espero encontrarme (sí, tengo mis prejuicios, qué pasa), muerte violenta y dolorosa.

    Saludos

  3. Alberto
    2012-09-19 16:10

    Bueno, lo he puesto como frase final de esta columna en concreto. Saca tus conclusiones.

  4. Juanjo
    2012-09-20 01:40

    ¿Había mucha gente en el cine?
    Yo vi hace años “La herida luminosa” en el cine. Éramos tres en la sala y, aunque cueste creerlo, me encantó.
    Sin embargo, me da pereza ver sus últimas películas.

  5. Alberto
    2012-09-20 11:07

    Pues mira, nosotros dos; una pareja extrañísima (él se parecía a Danny Trejo y ella a una de gran hermano); dos amigos; y una chica sola que se puso delante. Pero bueno, al menos conocimos el cine Callao, que es de los que tienen más solera en Madrid centro.

  6. María José
    2012-09-21 14:21

    Gallego, que estás hecho un gallego.

  7. Javi Martín
    2012-09-21 15:56

    Esto de lo que hablas es conocido científicamente como el síndrome de Julen Guerrero.

  8. Marcos
    2012-09-21 18:03

    Falso gallego, María José, lo peor de lo peor.

    Saludos

  9. Alberto
    2012-09-21 18:14

    Hombre, un poco gallego sí. Pero otro poco no.


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