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Buscando a Johnny Jones por Francisco José Palomares

A través de sprites polvorientos y bajo viejos y olvidados comandos de basic, Francisco José Palomares, arqueólogo de los 8 bits y soñador profesional, nos trae los días 9 de cada mes el fruto de sus investigaciones, centradas en la búsqueda del rastro del legendario héroe Johnny Jones. Su intención: reconstruir lo más fielmente posible la memoria sentimental de una generación fascinada por los gráficos simples, los casetes llenos de pitidos y la música en MIDI.

Casualmente divertido

Últimamente me cuesta horrores mantenerme enganchado a la mayoría de juegos. No sé, deben ser los treinta que empiezan a afectarme, o quizá que ya estoy tan de vuelta de todo en este mundillo que cada vez me es más difícil encontrar algún título que me atrape y no me deje escapar. El último juego que he sido capaz de acabarme (y no del todo, me quedan unas cuantas misiones opcionales por finiquitar) ha sido el Final Fantasy Tactics A2: Grimoire of the Rift, una auténtica delicia de rol y estrategia para mi queridísima DS. Ahora lo estoy intentando (¡por fin!) con Chrono Trigger, y de momento parece que Square lo está consiguiendo de nuevo. Qué sería de mí sin mi pequeña cajita negra desplegable, snif…

Sin embargo, estas son las excepciones a la regla, y el hecho de que consiguiera finalizar la aventura principal de FFTA2 fue para mí un logro digno de reseñar. Hasta entonces, hacía varios años que era totalmente incapaz de acabarme un juego. Y no por atascarme en algún punto, o frustrarme con algún enemigo imposible. Simplemente me dedico a jugarlo durante una o dos semanas, disfrutando cada momento, hasta que un día decido tomarme un descanso. Que se alarga. Y se alarga. Y cuando varios meses después vuelvo a retomarlo, ya no me acuerdo de por dónde iba la historia, o de qué iba la misión de importancia mundial (qué digo, ¡universal!) en la que estaba metido cuando lo dejé, y tengo que volver a empezar. Y así una y otra vez. Ugh. Ha llegado al punto en que siento una increíble pereza a la hora de empezar cualquier juego con una trama argumental medianamente compleja, simplemente porque que nunca llegaré a poder verla entera. Y como dijo un sabio, ir pa na es tontería. Sólo ha existido otra excepción además de la ya mencionada del Tactics A2. A ver si la adivináis antes de que acabe el artículo…

Por suerte, no todos los juegos son así. Me he vuelto un fan acérrimo de los mánagers deportivos, en especial la saga Football Manager, precisamente porque no cuesta nada volver a repescar una partida grabada hace 3 meses en la que estábamos entrenando algún equipo perdido de la serie C1 italiana en la temporada 2014/2015. Un vistazo a la plantilla y la clasificación, y ya estamos situados y de nuevo en marcha. También soy un enamorado de los juegos de estrategia tipo Civilization, principalmente por la posibilidad de empezar y acabar la partida en apenas uno o dos días, sin dar tiempo al aburrimiento. Pero sobre todo, he descubierto un término inglés que parece estar muy de moda por las webs del ramo en los últimos tiempos: los casual games.

Es difícil traducir este término a nuestro idioma de una forma inequívoca, porque casual tiene muchos significados, y los juegos de este macrogénero tiene características de muchos de estos significados. El principal, sin embargo, es el de “ocasional, eventual”. Y de eso precisamente se trata: de juegos que puedes jugar de vez en cuando, sin necesidad de dedicarles demasiado tiempo cada vez, y que puedes retomar cuando quieras sin ningún tipo de impedimento. Así que, si hubiera que elegir una traducción para el término casual game, me quedaría con “juego ocasional”. Que, como casi todas las traducciones directas, suena fatal. Pero en fin…

El término es relativamente nuevo, pero los juegos que lo componen no lo son, en absoluto. Porque, vamos a ver, que levante la mano todo aquel que nunca haya visto como se le llenaba la pantalla de figuras geométricas formadas por cuatro bloques cuadrados, incapaz de formar lineas completas de bloques con ellas para poder eliminarlos y sobrevivir un rato más. O que nunca haya juntado piezas del mismo color (fueran joyas, virus o una especie de burbujas de colores) en grupos de tres o cuatro para hacerlas desaparecer. O que no haya destrozado más de una pared de ladrillos multicolores con una pelota brillante y un instrumento alargado en posición horizontal. Todo eso, y mucho más, se engloba hoy día dentro de esta etiqueta.

Los casual games han existido durante muchos años, y a ellos pertenecen grandes éxitos de los 80 y los 90 como Tetris, Klax, Columns, Arkanoid, Puyo-Puyo y un largo etcétera. Sin embargo, a finales de los 90 y principios de la década actual perdieron gran parte de su presencia en nuestras vidas virtuales. Los motivos fueron muchos: la nueva hornada de jóvenes jugadores había crecido acostumbrada a ver cada día más y mejores gráficos, más y mejor sonido, historias más largas y enrevesadas, y eso era lo que se demandaba. También ayudó la lenta pero segura caída de Nintendo y sus consolas y juegos de la época, acosados por su imagen de “infantiles”, hasta el punto de casi desaparecer del mapa durante una buena temporada, refugiada en su dominio incontestable del mercado de las consolas portátiles. El mercado estaba lleno de juegos “serios” para jugadores “serios” (o, como dicen los angloparlantes, juegos hardcore para jugadores hardcore), y no quedaba espacio ni mercado para los juegos que pretendían, simplemente, hacerte pasar un buen rato de vez en cuando.

Y de repente, la tendencia cambió, en buena parte gracias a la resurrección de Nintendo. Apareció la DS, y la tele se llenó de anuncios con madres, padres e incluso abuelos jugando a Brain Training del Dr. Kawashima o a alguno de los cientos de juegos similares que de repente invadieron el mercado. Juegos diseñados especialmente para dedicarles de 10 a 30 minutos cada día, y a los que seguirás jugando de vez en cuando dentro de muchos años, sólo para ver si vuelves a conseguir los 20 años cerebrales. Apareció la Wii, y aquello ya fue el acabose: toda la familia en casa, meneando un palito con botones delante de la pantalla, para jugar a… ¡¿bolos?!. De repente, lo casual, lo eventual, aquello que puede jugar todo el mundo sin necesidad de estudiar un manual digno de máster, ni de empaparse en historias dignas de figurar en una novela de Dickens por lo enrevesado e inverosímil, estaba de moda de nuevo. Las vueltas que da la vida…

En el PC, una máquina que a lo largo de su historia siempre ha sido vista como seria y profesional, estos juegos apenas han tenido presencia en el gran mercado. Y sin embargo, pequeñas compañías especializadas en la producción y venta de juegos a través de internet han hecho su agosto con lo casual. PopCap Games es sólo una de ellas, pero quizá la más popular. Gracias a su política de permitir a los usuarios jugar gratuítamente a versiones algo limitadas de sus juegos directamente en su página web, sin necesidad siquiera de descargarlos, han conseguido que títulos como Bejeweled, Zuma o Peggle se hayan convertido en auténticos clásicos dentro del mundillo casual. Ninguno de ellos es especialmente revolucionario, e incluso se puede acusar a PopCap de abusar de la ancestral técnica de la autoclonación, sacando decenas de variantes sobre una misma idea con distintos nombres y vendiéndolas todas como rosquillas. Pero son divertidos, y enganchan. Mi primera compra en Steam fue el “pack” de juegos de PopCap, y no me arrepiento ni un poquitín. Otro paraíso reciente para este tipo de juegos es, aunque parezca mentira, Facebook. La calidad en general es bastante baja, pero hay alguna joya como Tetris Friends que engancha de lo lindo en esas horas muertas en la of… uups, que mi jefe lee esta columna. Eh, en casa. Sólo en casa. De verdad.

Pero faltaba algo. No era posible que el mercado estuviera dividido de forma tan radical en dos mundos tan opuestos como el casual y el hardcore. Tenía que existir un término medio que satisfaciera a las dos mentalidades. Y D3, una compañía casi desconocida, lo encontró, gracias de nuevo a ese gran invento que es la coctelera. Esta vez los ingredientes fueron el sistema de juego hipersimple de Bejeweled (básicamente, Tres en Raya) y la historia épica, la multitud de misiones, los cientos de objetos, armas y armaduras y el desarrollo progresivo de nuestro personaje de los juegos de rol. Parece mentira que dos conceptos tan opuestos puedan convivir en un mismo título, y funcionar tan bien como lo hacen en Puzzle Quest: Challenge of the Warlords. Premio para el que lo haya adivinado, por cierto: éste es el otro juego de final definido y basado en una historia que he conseguido completar en los últimos años. Y de nuevo, gracias a mi DS.

Por cierto, hace cuatro días que salió la segunda parte para PC, titulada Puzzle Quest: Galactrix y ambientada esta vez en el espacio, aunque sin perder esa mezcla única de sencillo juego de puzzle y complejo juego de rol. Antes de que acabe la noche espero tenerlo instalado en mi disco duro, y veremos si soy capaz de añadir una muesca más a mi historial de juegos acabados. Después de Chrono Trigger, claro está. Acabo de reparar a Robo, con animación de sensei Toriyama incluída, y ya tengo la sensación de que, esta vez sí, voy a llegar hasta el final. Cueste lo que cueste.

Francisco José Palomares | 09 de marzo de 2009

Comentarios

  1. xelerad
    2009-03-09 11:02

    Muy buena entrada. A mi me pasa últimamente algo similar. No tengo tiempo ya para jugar “en serio” a las cosas, y al no tener una consola portátil no puedo aprovechar transporte público para hacerlo, por ejemplo. Las rachas que tengo de juego son casi siempre recaídas con títulos que me dieron mucho entretenimiento en el pasado. Así, he vuelto a jugar a Final Fantasy VII, Starcraft o Diablo2. Pero el vicio dura unos pocos días, me pego un atracón y luego los dejo.

    Y por cierto, Chrono Trigger es probablemente el mejor RPG de SNES que haya jugado nunca (aunque le tenga cariño especial a Final Fantasy VI, Chrono Trigger tiene unos ingredientes adicionales que lo hacen especial, entre ellos el diseño de personajes y el sistema de combate, pero la historia también es brutal), así que casi seguro que te va a encantar.

    ¡Un saludo!

  2. XaderGut
    2009-03-09 11:03

    Cuánta razón, me aventuro que hace casi años en los que no me he encontrado un sólo juego nuevo en el que no me haya pasado lo mismo. Empiezas, te vicias y poco a poco vas perdiendo el interés, hasta que cortas en seco y no vuelves a retomarlo porque te agobia. Así que no son los años, porque aunque vayas por la treintena a mi todavía me queda un poco :P

    Por cierto, busco rival para Civilization II ahora que lo mencionas, si te atreves ya sabes xD.

  3. acertijosypasatiempos
    2009-03-09 20:32

    Sencillamente cierto. Enhorabuena por la entrada desde acertijosypasatiempos.

  4. Zarita
    2009-03-15 20:57

    Muy buena entrada! :) No te perdono la referencia a Dickens como inverosimil y enrevesado, pero la resta genial. Y lo dice alguien que no tiene paciencia ni para ver al doctor Kawashima más de tres veces por semana…

  5. Ramon Ramos
    2009-03-26 10:42

    La verdad es que yo soy fan de los juegos “realistas”, con fantásticos gráficos y sonidos alucinantes, aunque algunas veces también le dedico mi tiempo a juegos más “tradicionales”, el último que me enganchó, el Zuma.
    Mi problema es que me gustan muchos y me cuesta acabarlos porque, cuando estoy jugando a uno, llega otro que me engancha, abandono el primero por un tiempo… y luego me pasa como a ti, que, al regresar al primero, me he olvidado de por dónde iba la historia y mis dedos, encima, han perdido la agilidad con las teclas del juego en cuestión. Eso si no ha aparecido un tercero que me “obliga” a dejar los otros dos. Suma y sigue XD
    Esto es un verdadero infierno! ;-)
    Muy buena sección, maestro! :-)


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