Se pueden leer las tiras de Macanudo todos los días en autoliniers.blogspot.com. Random-House Mondadori acaba de publicar en España una recopilación de las tiras en su colección Reservoir Books, bajo el título ¡Macanudo!
]]>Ahora bien, dejando de lado todos estos terremotos empresariales, no está de más hacer un pequeño recordatorio de lo que nos ha legado este 2005, sobre todo en lo referente a lo que tebeo español se refiere. Pese a las dificultades continuas que tienen los autores patrios en conseguir ver publicada su obra, hay que reconocer que la “cosecha” de este año ha sido excelente y, sobre todo variada. Desde el genial homenaje a los clásicos del humor de Bruguera del «Carlitos Fax» de Monteys a la seguridad del magisterio de Carlos Giménez en la segunda entrega de «Barrio», pasando por la obligada referencia a la recuperación de clásicos que está protagonizando la editorial Glenat, reivindicando a autoras como Purita Campos (con «Gina»), o a la generación de los 80, encabezada por Carlos Giménez, Luis García o Fernando Fernández. Sin olvidar, por supuesto, a debutantes tan prometedores como Jorge García y Fidel Martínez («Cuerda de Presas») o David Rubín («El circo del desaliento»).
A modo de referente, y sin ánimo de primar una sobre otra, sirva esta selección como guía de los doce tebeos españoles imprescindibles del 2005:
1. Carlitos Fax, de Albert Monteys (El Jueves)
2. Barrio 2, de Carlos Giménez (Glenat)
3. Capital de provincias del dolor. Las aventuras del Capitán Torrezno, de Santiago Valenzuela (Ponent).
4. Cuerda de presas, de Jorge García y Fidel Martínez (Astiberri)
5. La torre blanca, de Pablo Auladell (Ponent)
6. Caballero de espadas, de Luis Durán (Planeta)
7. El vals del gulag, de Pellejero y Lapiere (Glenat)
8. El circo del desaliento, de David Rubín (Astiberri)
9. Nuestro verdadero nombre, de Luis Durán (Ponent)
10. Bluesman, de Pedro G. Callejo y Rob Vollmar (Ponent)
11. Tato. Buen chico y mejor persona, de Albert Monteys (El Jueves)
12. Omar el navegate, de Pedro Rodríguez (Ariadna)
Un grave problema que impide conocer las obras que definieron el medio, que crearon un lenguaje con hallazgos gráficos que aún hoy no han sido superados. Por desgracia, los lectores actuales se sorprenden ante figuras o estilos que parecen “modernos” cuando fueron ya usados y trabajados casi un siglo antes.
Pero si para los lectores es importante, todavía más lo es para los autores, que tienen que comenzar sus trabajos sin conocer la experiencia previa de los maestros. Mientras que en cualquier otra disciplina artística los discípulos van de la mano de los veteranos, siguiendo caminos que han sido ya construidos para dejar que después sean ellos los que busquen nuevos caminos, en la historieta los jóvenes autores deben labrar su propio camino desde el principio, casi desde el desconocimiento absoluto, perdiendo tiempo y esfuerzos que deberían ser dedicados a la creación pura de nuevas experiencias. Porque la experiencia dice que cuando un autor se basa en esa plataforma de los clásicos, su impulso creativo se magnifica de forma exponencial. Buen ejemplo puede ser Chris Ware, el autor de Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo, que consigue una de las obras más interesantes de la década gracias a un conocimiento, respeto y admiración a clásicos como Frank King, Winsor McCay o George Herriman.
De momento, no se pierdan lo poco a lo que se puede acceder: los maravillosos tebeos de la EC, Rip Kirby, Los Archivos de Spirit… joyas que deben ser atesoradas en previsión de un futuro incierto.