José Carlos Díez: “Además del milagro económico, también podían contar que Tailandia es un país extremadamente complejo. Que el presidente electo, Thaksin Shinawatra, era un descastado, un policía que hizo fortuna y que, sospechosamente, montó un imperio empresarial y la mayor empresa de telecomunicaciones del país. Nacido en el norte, la zona más pobre y de la que se nutren las mafias de trata de niñas que acaban prostituyéndose en Bangkok, pertenece a la raza Karen, etnia minoritaria procedente del sur de China, y nunca fue aceptado por las familias tradicionales, que son extremadamente conservadoras. Sin embargo, en 2001 se encontró un país desolado por la crisis de 1997 y ha conseguido recuperar la confianza de sus ciudadanos y retomar la senda de fuerte crecimiento. Ahora es acusado de corrupción, los independentistas islámicos del sur desestabilizan el país, la sociedad está dividida y el pasado abril ganó unas elecciones que fueron boicoteadas por todos los partidos de la oposición y anuladas por el tribunal supremo.” Una llamada a la prudencia desde Tailandia.