Conozco ya un buen puñado de padres que apenas ven a sus hijos y estos viajan del cole al yudo, del yudo al inglés y del inglés al fútbol para llegar a casa, cenar y acostarse, con suerte con un beso de sus progenitores. Necesariamente esto lleva a una sociedad autista e improductiva en todos los aspectos. David Iwasaki, Los horarios y la vida laboral: “No hay duda respecto a las ventajas de una jornada continua, que permite a los trabajadores disponer del tiempo que necesitan para sus hijos y para desarrollar otras actividades. Los valores también están cambiando, y se percibe una cada vez mayor preferencia por el tiempo de ocio, a costa de otras condiciones económicas del empleo. Resulta, por tanto, prioritario abordar la cuestión de los horarios. Aunque no creo que la preocupación principal deba ser homologarnos con Europa, sino apostar por la flexibilización de la jornada y un modelo de trabajo personalizable, ambas condiciones a tener muy en cuenta en aquellos sectores competitivos en los que merece más la pena tener al trabajador satisfecho que esclavizado durante todo el día en la oficina. Los aumentos de productividad se ganan también con un aprovechamiento horario más eficiente y con una recompensa no monetaria al trabajo realizado. No será una locura que se generalice la idea de tener menos sueldo a cambio de más tiempo libre. Sobre todo, si muchas empresas dejan de confundir trabajar con estar en el lugar de trabajo.”