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La hora del beneficio

Joaquín Arriola: “España es uno de los países de Europa donde la clase trabajadora ha aceptado con mayor resignación las reformas laborales neoliberales. Durante los últimos veinte años, desde la gloriosa huelga general del 14-D (1988) las sucesivas reformas han convertido al mercado de trabajo hispano en uno de los más precarizados de la Unión europea. El resultado social es palpable: mientras los jóvenes franceses se movilizan contra la perspectiva de que se precarice su futura situación laboral, en estos pagos los jóvenes, que ya llevan unos cuantos años pasando por la trituradora laboral de los contratos precarios y la economía sumergida, se movilizan para que les dejen olvidar emborrachándose en la calle el triste sino laboral en el que están inmersos o el que se les viene encima.
El discurso transmitido por los órganos de formación de opinión es que la precarización es una condición necesaria para que aumente la oferta de empleos. Este argumento es una falacia, pues nadie contrata a nadie solo porque lo pueda despedir con facilidad o pagarle con propinas. En la economía capitalista solamente se contrata a alguien como asalariado si este es capaz de rendir un beneficio. Es decir, si hay oportunidad de negocio, se contrata. Y sino, no, independientemente del coste o de la modalidad de contrato que haya que fijar. Por lo tanto, si el gobierno quiere facilitar la contratación, tiene dos formas de lograrlo: aumentando el empleo público o mejorando las oportunidades de negocio del capital, aumentando la rentabilidad que se puede lograr produciendo algún bien o servicio.” La hora del beneficio.

Roger Colom | 10/04/2006 | Artículos | Economía

Comentarios

  1. Otis B. Driftwood
    2006-04-10 11:32

    Sin entrar en el fondo del artículo, sólo quería indicar que empieza desastrosamente: la huelga general no fue un 15-D, sino un 14-D, ni fue en 1986 sino en 1988. Se ve que al autor le parecía bonito eso de “durante los últimos veinte años”, pero como no le salían las cuentas ajustó las fechas a su medida.
    Para que un artículo tenga credibilidad en su fondo, lo primero que hay que hacer es cuidar los datos, y más si son tan conocidos. Las dos meteduras de pata que aparecen en el primer párrafo no predisponen mucho en favor de lo que pueda venir después.

    Saludos.

  2. 26conbroadway
    2006-04-10 14:26

    Otis, tal vez deberíamos repartir la responsabilidad de este tipo de errores a los correctores y responsables de edición, cuya ausencia se nota últimamente —y de qué modo— en los medios. Si no fuera por ellos, la literatura, el periodismo y cualquier otra actividad supuestamente humana sería un canto al error permanente. Que el lector, consumidor final, ni siquiera imagina.

    En todo caso, tu acertada y justa crítica ha llegado esta vez a los responsables.

    Un gran abrazo

  3. joseluis
    2006-04-10 14:48

    Pues a mí, economista que soy, no me parece tan mal ese artículo; al contrario. Los costes financieros han disminuido en los últimos años, sí, pero siguen siendo leoninos en comparación con los ridículos intereses que ofrecen bancos y cajas a sus depositantes. En todo caso, los costes derivados de bienes inmuebles (alquileres, compra de locales y naves industriales) se han disparado y pesan como losas en el mundo empresarial. Eso por el lado del coste; y por el lado del consumo, qué decir del robo diario en alquileres y compraventas de viviendas. La horquilla (gasto disponible, exclusive alimentación, en especial) se ha reducido y está más estrecha que en el franquismo, por decir una referencia. En consecuencia, los jóvenes están sin esperanzas, eso es muy cierto.

    Bueno, y también matizar o añadir que cuando el franquismo no era tan apresurada, tan acelerada, el ansia de hoy por la compra de viviendas. Quiero decir que los jóvenes lo quieren todo ¡YA! y que pretendan tener “derecho” a vivienda (léase “derecho” a ser “dueños” de viviendas, poco menos que derecho imanente, llegado a los veinte añitos de edad) eso sí es novedad. Que les hace más daño de lo que piensan, pues les convierte en medievales siervos de los bancos. Ahí, ahí, se han resarcido los bancos y cajas de la pérdida en sus márgenes: endeudando a medio país en viviendas-chatarra.

    Y para terminar: si como es el caso, se orientó este país hacia la llegada de empresas extranjeras (fábricas en realidad; las sedes siempre han estado fuera) y ahora hacia construcción de viviendas, turísticas o de las otras, no habrá I+D+i que nos salve. No les hizo falta a las fábricas extranjeras que ahora se van, no les hace falta a las constructoras que hoy llenan este vacío país …

  4. Otis B. Driftwood
    2006-04-10 14:56

    Anda, si va a resultar que protestar funciona… por ejemplo, para corregir un artículo o para retirar una ley en Francia :-D

    Saludos.

  5. Marcos
    2006-04-10 15:20

    Como veo que en La Insignia ya aparece corregido el error, se ha corregido aquí en el extracto también.

    Esa falta de corrector, de la que ya hemos hablado aquí anteriormente, pudiera suplirse en la mayor parte de los casos con el lector activo típicamente internetero, Otis en este caso; sin embargo, parece uqe ese tipo de lector, tan activo hace unos años, se ha diluido bastante en los últimos tiempos, y se reduce normalmente a colegas o lectores fieles que “avisan” de las meteduras de patas de todo tipo, y aún eso pocas veces: a menudo percibo un error cometido por mí meses después de haberlo escrito y publicado.

    Saludos.

  6. 26conbroadway
    2006-04-10 15:37

    Y que lo digas, Marcos. Lectores como Otis hay pocos, y como la gran mayoría de los medios pasa abiertamente —además— de todo lo que no sea pasarse el idioma por el forro, la cosa empeora día a día.

    Por cierto, mil perdones (y bien públicos) por no haberos avisado antes de la corrección en LI. Cosas del cable, que decidió dejar de funcionar a media mañana.

    Saludos
    Jesús

    PS: Para amantes del idioma, buenas noticias: Ayer, la Asociación de Traductores, Correctores e Interpretes de España (Asetrad) premió al gran José Martínez de Souza con uno de esos cargos honoríficos que no sirven de nada pero hacen justicia.


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