Gregorio Morán: “Las tradiciones históricas, todas, son una filfa… pero muy especialmente las del pueblo vecino. Esta es la teoría general que permite que si el que lee este artículo es catalán, asturiano o madrileño pensará que esta es una historia de vascos. Y si es vasco apelará a una verdad incontrovertible, lo que ocurre en Hondarribia-Fuenterrabia sucede en otros pueblos catalanes, asturianos o madrileños y no se les da la importancia mediática—así se dice ahora—que a lo que sucede entre los vascos. Pero fíjense bien en un detalle, las tradiciones históricas no tienen nada que ver con la memoria, son una invención que tiene la virtualidad magnífica de substituirla. Así, por ejemplo, los energúmenos que el año pasado llamaron botiflers y cosas aún peores, e irreproducibles incluso por mí, al Partido Popular en Cataluña ante el monumento a Rafael Casanova y este año han hecho lo mismo con Esquerra Republicana, han convertido su
gesta en una tradición. Llevan desde la transición haciéndolo, y una tradición de tal eficacia sustituye a la memoria, y es por eso por lo que Esquerra Republicana el pasado año pensaba que los tales energúmenos eran jóvenes irritados contra la política que defienden los populares, y los de este año, que les pitaron a ellos, son una
pandilla de frikis, fachas y marginales.Yo entiendo que todo joven tiene el derecho—y si me apuran el deber—de gritar lo que piensa a cualquier autoridad constituida. Ya sé que suena raro en los tiempos que corren, pero así ha sido siempre y así será, porque eso no es una tradición histórica sino un fenómeno social imparable.”
La tradición popular como religión.