Que el libre mercado tiende a estar amañado lo sabemos desde hace tiempo, lo vemos todos los días. La competencia se vuelve falsa, arreglada en los despachos. Los primeros en protestar deberían ser las empresas de publicidad. Cuanta menos competencia real menos hace falta gastar en anuncios. En fin, a cuento de la disputa entre los empresarios de las grúas y las empresas aseguradoras,
Juan Francisco Martín Seco abre la siguiente reflexión: “La economía actual vive en un clima de impostura. Justificamos todo en función de la libre competencia y, sin embargo, cuando profundizamos en cualquier sector nos damos cuenta de que de una u otra forma ésta se restringe hasta casi desaparecer. Los efectos negativos recaen sobre las pequeñas empresas proveedoras de las grandes y sobre los consumidores. La concurrencia en los sectores se resiente tanto más cuanto mayor es en ellos la concentración empresarial y mayor el tamaño de las empresas que los componen. Por eso, a pesar de ese velo de apariencias con el que quiere cubrirse, el sector financiero se encuentra en cabeza a la hora de condenar a los clientes a una total indefensión. Las carencias en la regulación pública y la falta total de transparencia colaboran de manera efectiva en este cometido.”
De las grúas a las tarjetas de crédito.