Insistamos: la memoria, la memoria histórica, es el necesario repaso milimétrico de todo lo que ocurrió en el pasado, no con ánimo de revancha o refutación, pero sí con el de justicia y reconocimiento. Hay alrededor de 30.000 personas cuyos familiares desconocen su paradero: en qué lugar, en qué tumba, con quién y dónde recibieron el disparo. Ellos también, pero los vivos merecen saber. “En la mayoría de los casos, cuando se localiza una fosa común, no existen los medios económicos ni legales para recuperar e identificar los cadáveres. Aquí es donde el gobierno debe intervenir a través de la dotación de los medios técnicos y cobertura legal que permitan desarrollar con dignidad estos trabajos. Y hay prisa. Hay mucha prisa. Las personas que vivieron aquellos hechos superan en la gran mayoría de casos los 80 años. Y ellos son la única fuente de documentación existente sobre la localización de las fosas comunes. Lo que no se avance en estos próximos años quedará sepultado en un silencio absolutamente indigno e irrespetuoso para con las víctimas y sus familias.”
Alberto Arce,
España: Recuperar la memoria.