Los derechos civiles en Estados Unidos han sido siempre ejemplo y envidia del resto del mundo y han ejercido la función de estandarte para las libertades. Sin embargo, últimamente vienen restringiéndose bajo la excusa de la seguridad nacional y con el amparo del miedo. Recientemente se ha derogado el derecho a guardar silencio y, por ejemplo, negarse a dar el nombre a un policía: “Resulta tentador y cómodo buscar refugio en la noción de que sólo los malos querrán ocultar sus nombres a la policía. Puede ser, pero puede que no. Pero aún si concedemos eso, la tranquilidad es falsa. El estado de derecho nos protege a todos, incluso si sus efectos más visibles involucran a personas que sospechamos son malas.”
Sheldon Richman,
Ningún derecho a guardar silencio.