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Gitanos en Europa (I)

El de la raza gitana en España es un problema que nadie mienta pero que existe: apenas hay convivencia y sí grandes dosis de marginalidad y discriminación mutua. Sin embargo nadie parece afrontar la cuestión: como siempre, no nombrarlo anula el conflicto. El caso es que para David Iwasaki la construcción de la Constitución Europea es un buen momento para preguntarse por qué lugar ocpa la cultura gitana en Europa, cómo se define y cómo se ubica: “Existe un discurso decididamente reaccionario que hace de los valores universales una criba para las demás culturas, sentenciando cuál entra y cuál no en el olimpo de las moralmente superiores. Esto no tiene ningún sentido. El agravio que sufren cotidianamente los gitanos es ser considerados una comunidad uniforme a la que, para más inri, se le achacan todos los defectos que pudieran tener sus miembros. La cultura gitana no está compuesta por las generalizaciones racistas que se hacen a su costa. En sentido contrario, tampoco las generalizaciones de ciertos elementos culturales dibujan con fidelidad en qué consiste la identidad gitana hoy.” Gitanos en Europa (I)
Marcos Taracido | 05/04/2004 | Artículos | Derechos Humanos

Comentarios

  1. Ciudadano indignado
    2004-08-10 04:45 Para un gitano el honor (en el concepto que ellos tienen de honor) es algo muy importante y el hecho de trabajar es, en sí mismo para la gente del clan deshonroso. El gitano auténtico para ganarse el respeto, se debe ganar la vida con el trato que se traduce en español como “compraventa”, la traducción del término en calé es otra, sonaría como “robo-timo” porque estos, además de vender mercancía robada, te pretender timar. Cuando lo consiguen “farruquean” con la gesta vanagloriándose de la hazaña en cuestión. El absoluto desprecio que manifiestamente demuestran con su comportamiento incívico de este clan respecto a los demás no tiene límites. En todos los aspectos se creen superiores a los demás y si un “payo” les mira directamente a los ojos, les supone un insulto o un desafío. v4.2 – 11-05-2004 1.Me llaman racista 2.Prefacio 3. Casos 4. Testimonio directo 5. Comentario sobre el libro “Gitanos y Drogas” 6. El escándalo FARA 1. ME LLAMAN RACISTA La equivocada propaganda anti-racista que las autoridades nos hacen tragar continuamente solapa descaradamente el verdadero racismo que asola nuestro país de punta a punta. Por ejemplo he observado a personas que después de conocer mis conceptos no han dudado en tacharme de racista (lo cual me resulta bastante desagradable) y que luego han cruzado la calle porque algún marroquí se acercaba por el frente o que han preferido subir por las escaleras si algún negro esperaba el ascensor. Me parece lamentable que esta propaganda sólo haya conseguido que la gente de mi generación piense que el no-racismo consista en repetir como loros “Somos iguales”. Pero aquí nadie mueve un dedo ante apaleamientos de inmigrantes que quizá podrían reducirse con una mayor vigilancia nocturna por parte de la policía. Como muestra de lo que es el verdadero racismo expongo un extracto de un articulo escrito por Juan Marchán en el diario Jaen de 28 de Agosto de 1996: “Hace unos días llegaba al Aeropuerto de Barajas procedente de Paris. Como compañeros de vuelo tuve a un matrimonio de Camerún que, antes de volver a tierras africanas tenía intención de pasar unas semanas en Madrid. Pues bien, el taxista que debía trasladarles hasta su hotel decidió que tenían demasiados bultos y que no era posible que subieran en su vehículo. El conductor se hizo entonces cargo de las maletas de los viajeros inmediatamente siguientes en la fila, españoles de raza blanca, que curiosamente tenían algún que otro bulto m s que los indignados ciudadanos de color. Y de estas hay mil.” Hace años, mientras hacía unas compras en el Pasaje del Comercio, conocida calle linarense, sobre las seis de una veraniega tarde, me encontré con un grupo de cuatro negros que tocaban una música bastante rítmica y pegadiza con aires caribeños, a base de dos tambores, una pandereta de plástico y unas maracas. Este tipo de ritmos me atrae bastante, por lo que me apoyé en una pared y los observé. Enseguida uno de ellos cogió un plato y vino a pedir dinero pero yo le dije: “Cuando acabe la canci¢n”, y él se sent¢ otra vez en el suelo. Cuando terminaron la canción volvió con el plato y yo le d¡ los casi veinte duros que me sobraron de comprar un pack de cintas. Entonces el chaval me miró alucinado y me contó que eran puertorriqueños que llevaban algún tiempo vagando sin trabajo por España. Me relató muchas de sus penurias, como por ejemplo haber recibido cubos de agua o denuncias por ruidos cuando ellos estaban durmiendo en la calle. Además me dijo que yo era la primera persona que se había dignado a pararse a escucharlos y que nadie les había dado nunca tanto dinero. Mientras el muchacho me estrechaba la mano para despedirse y nos deseábamos suerte los otros me dijeron que esperase porque me iban a dedicar otra canción. Además casi me obligaron a comerme una rodaja del único melón que tenían para comer por ese día. Gente realmente envidiable. Para finalizar el capítulo me gustaría puntualizar que, aquellos que me insultan, deberían saber que este ‘racista’ ha tenido amigos pakistaníes en el colegio y un amigo árabe en el instituto. Ambas razas me han dado muy buena impresión y me hacen pensar que son muy educadas y cívicas. 2. PREFACIO El 06 de Julio de 1996 empecé a escribir un “algo” que no sabía ni cómo se llamaría, ni para qué serviría, pero lo estaba escribiendo. Se trataba de un fichero de ordenador llamado CASOS.MAG donde narraba una serie de relatos acontecidos en los últimos tiempos que no merecían caer en el olvido de la sociedad. En un primer momento pensé que escribiría el fichero y que luego este permanecería en mi ordenador por el resto de los tiempos, sin que nadie conociese jamás su existencia. Al día siguiente comenté con un par de amigos la idea y estos (algo que yo no esperaba) se interesaron por el proyecto y pidieron conocer el CASOS.MAG. Después, completamente aburridos, decidimos conectarnos a Internet donde contactamos con varias personas de habla hispana. Allí conocimos a una tal , una mejicana residente en Chicago, a quien no pude evitar preguntar si en su ciudad había gitanos. La respuesta fue afirmativa. Acto seguido le comenté que estaba escribiendo un libro sobre casos gitanos y le pregunté que si conocía alguno. Nueva afirmación. Relató cómo una amiga suya fue asaltada por una gitana mientras hablaba por teléfono en una cabina. Esto me hizo comprender que la delincuencia gitana era un fenómeno que no sólo afectaba al territorio europeo. Ya faltaba poco para decidirme completamente a escribir el “algo”. Un par de días después, durante la estancia en casa de otro amigo, este comentó que la idea de escribir un libro sobre el tema no era del todo mala, sobre todo tratándose de alguien tan informado como yo. También pidió conocer CASOS.MAG a lo que accedí. Después de leerlo pedí su opinión, y fue contundente: ­ ¡Malditos gitanos! Todos estos acontecimientos me convencieron para estar actualmente sentado ante el ordenador aunque debo admitir que no creo que mi persona, mi redacción y mi estilo sea tan influyentes como para hacer cambiar de opinión al desinformado. Quien piense mal de los gitanos seguir haciéndolo (o quizá piense un poco peor), pero quien tenga un buen concepto de los gitanos seguir teniéndolo. Además indudablemente aparecer la típica figura del que dice “Pues yo conozco un gitano bueno”. Siempre que he topado con esta afirmación he dicho “Preséntamelo”. Lástima que me contesten cosas como “Es que no sé contactar con él”,”Perdí contacto con él hace tiempo”,”Sé por dónde vive pero yo no entro ni loco a ese barrio”, etc. También pregunto siempre que por qué piensan que ese gitano es bueno, y las contestaciones son de lo más convincente: – “Porque me enseñó a viajar en tren gratis”. – “Porque me enseñó a colarme en los toros”. – “Porque te partes el culo con él”. – “Porque yo no le he visto hacer nada malo”. – “Porque a mí no me ha hecho nada”. – Etc. 3. CASOS 26-07-93, Linares. En el popular pub BB+ situado en las instalaciones de la piscina Benidorm un joven fue brutalmente agredido por un grupo de varios gitanos encabezado por el ‘Chopito’ (no es gitano pero quien lo conoce dice que es aún más criminal y asesino), conocido en Linares por sus frecuentes reyertas. El Chopito, acompañado de los gitanos, se acercó al joven que estaba sentado hablando con su novia y: Chopito: ”¿Qué miras?”. Muchacho: “Yo no te estoy mirando”. Chopito: ”¡¿Que qué coño miras?!”. Muchacho: ”¡Que yo no te estoy mirando!”. Acto seguido el Chopito propinó una bofetada al muchacho que ni corto ni perezoso se la devolvió. Entonces el grupo de gitanos agarró al chaval que fue violentamente golpeado por el Chopito en el estómago. La paliza fue tal que el chico tuvo que ser ingresado en la residencia y el padre denunció el caso. Gracias a numerosos testigos el Chopito fue detenido y puesto a disposición judicial. Durante la espera del juicio, el grupo de gitanos (que no fue detenido porque al no ser tan populares como el Chopito nadie pudo identificarlos) fue a la residencia y comunicó al padre que si no retiraba la denuncia iban a matar a toda la familia. El hombre se vio obligado a retirarla y pocos días después se pudo ver al Chopito en acción en una nueva y descomunal pelea junto a sus amigos protectores los gitanos en la calle La Cruz. Información: IMS. 01-08-94, Linares. Un vecino de la calle La Cruz me relataba cómo dos gitanos de unos veinte años apaleaban inmisericordemente a un gato. Los asesinos se limitaban a coger al cachorro por el rabo y a golpearlo salvajemente contra una pared, mientras se carcajeaban de lo desfigurada que iba quedando la víctima. Un grupo de vecinas acudió enseguida, y comenzó a recriminar a los agresores, pero estos no se detuvieron hasta ver muerto al animal. Los defensores de los gitanos me dir n que también hay “payos” que maltratan y abandonan animales. Pues bien, he de admitir que tienen razón, pero el episodio del gato no deja de ser significativo por su violencia, crueldad y por la poca importancia que los gitanos concedieron al hecho de estar en plena calle y de estar apaleando a un animal al que, por no ser suyo, no tenían ningún afecto. Hay que aclarar que el hecho de que haya personas que maltratan a los animales no es ninguna excusa para defender a estos criminales que, además de no sentir nada por el animal, no pensaron en el cariño que el posible dueño podía tener hacia el gato. Nunca he recibido información sobre un caso de malos tratos a animales que reúna estas características (lo que más se aproxima es el asesinato sistemático de focas a base de golpes en la cabeza que promueven algunos gobiernos como el yanqui o el canadiense). También he presenciado como un retrasado mental crucificaba un murciélago en un árbol y he conocido niños pequeños que reventaban lagartijas inyectándoles líquidos. Esto me hace pensar que la mentalidad y facultades psíquicas de la gente que comete estas atrocidades deja bastante que desear. Información: IMS. 10-11-94, Linares. En la calle Santa Bárbara, un coche, que en ningún momento violó las normas de circulación, conducido por un joven de la ciudad, atropelló a una niña gitana que, jugando, cruzó la calle inesperadamente. El hombre bajó del coche y, lamentándose, propuso a la familia, que presenció lo hechos, trasladar a la niña a la residencia. Estos reaccionaron agresivamente, propinando una paliza al conductor que tuvo que huir en el coche. Información: Diario Jaen. 31-12-95, Linares. Hacia las 00:00 h. se produjo en la sala de urgencias de la Residencia Sanitaria San Agustín, una batalla campal provocada por la impaciencia de una familia gitana que, al no poder esperar a que los doctores les atendiesen, como civilizadamente hacían varios heridos y enfermos allí presentes, la emprendieron a golpes con estos, con sus familiares, con médicos y con enfermeros. La caótica situación se solventó con intervención policial y detención de varios miembros de la familia. Comentario: Debido a varias lesiones que durante la práctica del deporte he padecido, he podido observar ciertas situaciones de tensión en la citada sala de urgencias. Esta tensión no ha venido provocada por la concurrencia de algún herido o enfermo grave (lo cual sería muy normal), sino por la llegada de personas gitanas, que con males menores han amenazado (eso sí, muy discretamente) a doctores y/o auxiliares si no eran atendidas inmediatamente. Como ejemplo narraré una de las últimas ocasiones en que visité urgencias por una fractura del dedo meñique de la mano izquierda: Aproveché el recreo de media hora que tenía en el I. B. Cástulo para acercarme a la Residencia San Agustín. Cuando me recibieron en la ventanilla y les expliqué mi dolencia, me dijeron que pasase a la sala de espera. Entré y vi lo de siempre: personas que aguardaban impaciente pero PACÍFICAMENTE su turno. En esta residencia atienden a los pacientes según el orden de llegada, a no ser que el caso sea grave y requiera atención médica inmediata. Estuve sentado cerca de una hora, observando como los enfermos que me precedían iban pasando y como se acumulaban otros que iban llegando. En aquel momento llegó un herido grave: un muchacho se había caído de una moto y se había roto una pierna. Entró acompañado de un hombre mayor (supongo que sería el padre) que empujaba la silla de ruedas, y no hacía falta ser un lince para observar que cuando la pierna derecha llegaba a la rodilla se desviaba hacia fuera, y que aunque el rostro del joven demostraba entereza estaba sufriendo. Los auxiliares le dijeron que aguantase cinco minutos (debes llegar medio muerto para que te hagan pasar en el acto). Acto seguido observé que en la ventanilla había un gitano joven y otro viejo. El paciente era el joven, que gesticulaba mucho y señalaba su zona lumbar ante quien le atendía. No se podía entender lo que decía porque la ventanilla está fuera de la sala y porque todos los presentes se pusieron a ‘interrogar’ al pobre accidentado y a su padre (¿Dónde ha sido?,¿Cómo?,¡Estáis locos con las motos!,Etc.) Los dos gitanos pasaron enseguida a la sala y miraron desafiantes a todo el mundo. El turno de preguntas había terminado; todo el mundo enmudeció. Sin m s abrieron la puerta por donde entran los pacientes momento en el que se encontraron con los enfermeros que venían a por el de la moto, y, sin dudar un instante, dijeron a los gitanos que permaneciesen en la sala de espera hasta que le llegase su turno. El gitano joven se acercó mucho al oído de uno de ellos y le dijo algo. El enfermero le contestó – Espere un momento-, y se marcharon cerrando la puerta. Un par de minutos después, el enfermero volvió y le dijo al gitano Pase. A los cinco minutos volvieron a por el chaval de la pierna rota y a por m¡, y nos llevaron a la sala de rayos X, esperamos unos instantes, y llegaron unas enfermeras a por la silla de ruedas del joven, al tiempo que salían de allí los dos gitanos; el joven dijo al otro muy despacio: -Si llegan a pasar antes a algún payo, rajo al primero que pille-. Volviendo al caso inicial, recuerdo la expresión de miedo e impotencia de una muchacha que relataba a un profesor como en la citada nochevieja, los gitanos abofeteaban sin venir a cuento a su madre que estaba esperando en urgencias. Esto me hace ver que la gente está muy quemada por los casos que se repiten una y otra vez en los hospitales, pero no podemos hacer nada contra estos maleantes, pendencieros, delincuentes que continuamente son protegidos por el sistema bajo una falsa política contra el racismo. 06-07-96, La Coruña. En un hospital, una reyerta con armas de fuego entre dos familias gitanas terminó con una cincuentena de heridos, gitanos y no gitanos. 30-09-2003, Sevilla EL VERGONZOSO APOYO A UN ASESINO Ha entrado por la puerta de atrás, la de las cocheras. Llega tres horas antes de que comience la música de sus zapatos sobre las tablas del escenario, prevista para las nueve de la noche. Martes, 30 de marzo, Teatro Romea, Murcia. Juan Fernández Montoya, Farruquito, (Sevilla, 1982), se anticipa al horario y se oculta para evitar micrófonos y flashes. Al día siguiente, los medios de comunicación van a dar cuenta de su primera aparición pública desde que se sabe que será juzgado por homicidio. Mejor que a las crónicas le acompañe la imagen del bailaor sobre el escenario y no otra. «La vida de un artista es intocable», dirá después, para poner broche a su actuación, a un auditorio entregado al aplauso.Conforme se aproxima la hora del espectáculo, el público se arremolina en la entrada del teatro. Va a haber lleno. Seguro. «Estamos contigo Farruquito», se oye a quienes quieren dejarle claro al ídolo que perdonan el error. Un baño de apoyo al hombre que seis meses atrás, ha reconocido él mismo a destiempo, cogió el coche para dar un paseo mortal. Él, sin carné. El coche, sin seguro. Y Benjamín Olalla, 35 años, agonizante en el asfalto sevillano tras la embestida del velocísimo BMW de Farruquito. La víctima cruzaba un paso de cebra. El bailaor, tras el atropello, se topó con la imagen del malherido en el espejo retrovisor. Y decidió pisar el acelerador hacia la huida. En cuanto se supo que al artista le habían puesto las esposas, los organizadores de la Cumbre Flamenca pensaron en suspender lo de Murcia. Pero llovieron las llamadas ansiosas de que se confirmara la presencia de Farruquito. El propio bailaor aseguró que deseaba subirse a las tablas. Y aunque la mañana del estreno algunos espectadores, conmocionados por el suceso, pidieron que se les devolviera el dinero de su entrada, cientos de indecentes sinvergüenzas desalmados llamaron rogando una butaca para estar cerca de Farruquito. En su mayor parte, gitanos. Colgado el cartel de «no hay entradas», en cuanto se apagaron las luces, incluso antes de que se levantara el telón, los 1.100 asistentes rompieron a aplaudir. «¡Vamos, Juanito!», jaleaban a Farruquito.Los ecos de la ovación chirrían aún en los oídos de quienes conocieron al muerto. Ni la mujer, ni los padres, ni los hermanos de Benjamín Olalla entienden las palmas que arropan estos días a Farruquito. Como si el bailaor fuera víctima necesitada de cariño y no verdugo. «¡POBRE FARRUQUITO!»José Manuel Rosendo, el abogado de la familia de Benjamín Olalla asiste incrédulo al insólito fenómeno del delito mitigado por la fama. Con la impresión de que la opinión pública mastica el «¡pobre Farruquito!», verbaliza así su indignación: «Es que él parece un héroe nacional y el mío (Benjamín Olalla) está enterrado desde hace seis meses. Si hubiera sido al revés, si mi cliente hubiera matado a Farruquito, no quiero ni pensar lo que sería esto, tendríamos que irnos del país. ¡Que no sólo ha cometido un delito, señores, sino que además ha intentado ocultarlo! No pedimos un linchamiento público pero si se le van a tirar flores… Sólo nos falta encender el televisor y ver que lo sacan a hombros. A ver si ahora vamos a tener que poner a la Macarena de luto porque Farruquito ha matado a un tío».Farruquito, 21 años, mintió por dos veces a la policía. Un soplo salido del barrio sevillano marginal de las Tres Mil Viviendas, donde el clan de los Farrucos tiene su casa, puso a los agentes sobre la pista del fugado. Primero dieron con el coche, el BMW que Farruquito había mandado a reparar lejos de Sevilla tras el atropello. Se lo confió a un amigo en Marbella. Cuando los agentes llamaron a la puerta del clan para preguntar por el propietario del vehículo, Farruquito negó que fuera suyo.Más tarde, ante la imposibilidad de desvincularse del coche asesino, las culpas cayeron sobre el hermano menor, Antonio Fernández Montoya, El Farru, 15 años. Dicen que fue un ex policía malagueño, Benardino R. M., condenado a nueve años por narcotráfico, quien recomendó al clan que el pequeño, también bailaor, cargara con el muerto. La blanda Ley del Menor sería benigna con él. Enseguida estaría en la calle. A los 18 años borrarían su pasado delictivo y quedaría limpio. Ante la Policía, el hermano menor, detenido el pasado 25 de febrero, interpretó a la perfección el guión dictado y asumió el papel de salvador de Farruquito. El martes, en Murcia, sobre el escenario, sus pies también se movieron al ritmo que le marcaba el hermano. Como los de la tía, la Faraona, y los del primo, el Barrullo.Para darle calor a Farruquito, en el teatro murciano estaban todos los suyos. Pero eran mayoría las butacas ocupadas por jóvenes universitarios y amantes del flamenco ajenos al nido protector gitano. Acabó el zapateo, Farruquito ya estaba yéndose con prisas y con 18.000 euros en el bolsillo camino del hotel.En Sevilla, a unos 400 kilómetros de distancia, a la viuda de Olalla, María Ángeles Madero, le asoman las lágrimas cuando sabe de la calurosa acogida. «Sientes que hay mucha gente que tiene poco de humano. No ha atropellado a un perro, sino a una persona, a mi marido, y lo ha matado. Entonces, piensas, ¿cómo hay todavía personas tan frías que puedan encima aplaudir y decirle “qué bueno eres y qué fantástico eres”, cuando ha matado a una persona», se desahoga.DISCULPAR AL FAMOSOFlorentino Moreno, profesor de la Universidad Complutense, recurre a la Psicología Social para tratar de encontrar explicación al fenómeno del artista liberado del juicio público. «Sucede que tendemos a disculpar los actos de quienes, como los famosos, nos son cercanos», dice, « y buscamos explicaciones a los errores que cometen. “Está mal lo que ha hecho, pero seguro que fue sin querer”. “Es que el BMW era muy potente”. “Los gitanos van sin carné, ya se sabe. No es que el chico haya querido hacerlo, es que en su entorno no se saca el carné”. Y la gente se involucra con el famoso de forma afectiva disculpándolo: “Pobrecito, que no se lo ha buscado”». Indignante.Desde que el pasado 30 de septiembre, en un paso de cebra de la calle doctor Laffón Soto de Sevilla, se truncara la vida de Benjamín Olalla, 35 años, mecánico, casado, sin hijos, hasta que Farruquito fue detenido como responsable del atropello (el pasado 27 de marzo) han pasado seis meses. Cuando el accidente, Farruquito ensayaba su último espectáculo, Alma vieja. Una historia de la familia Farruco. No en vano en poco más de un mes, el 8 de noviembre de 2003, iba a estrenarlo en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Durante los 180 días que ha durado su silencio se paseó de gira por media España: Sevilla, 8 y 9 de noviembre, Madrid, del 19 al 23 de noviembre, Barcelona, del 17 de diciembre al 6 de enero… Y Granada y Alicante y Jerez y Londres. Y siempre, el auditorio lleno. En total unas 25 actuaciones por las que Farruquito ha ingresado, al menos, 300.000 euros en las arcas del clan.¿IRA A JAPON?El mes que viene tenía previsto ir a Japón, el país, donde, dicen los expertos, «los bailaores van a llenarse el bolsillo». Diez actuaciones en los tablaos de allí y Farruquito vuelve a casa con cerca de 400.000 euros en la maleta. Ahora, la gira peligra porque la jueza le ha retirado el pasaporte a Farruquito. El abogado que defiende al bailaor, Benito Saldaña, ha pedido ya que se le devuelva el documento para que pueda atender a sus compromisos internacionales. Alega que su cliente no tiene antecedentes penales y que, desde la muerte de su padre, el cantaor Juan Fernández Farruco, es el principal sostén de la familia.La viuda de Olalla, que vivía del sueldo de su marido, ha tenido que volver a trabajar porque los 420 euros de pensión que cobra al mes no le llegan. Hace seis meses que vive atada al psicólogo.Farruquito también ha dedicado este tiempo supervisar los últimos detalles de su nueva casa, ubicada en la urbanización sevillana de Tarazona. Tiene piscina y tablao flamenco. No se habían apagado el recuerdo de la ovación murciana cuando al día siguiente, miércoles, a Farruquito le llegaba otro soplo de alientoFarruquito, que será juzgado el año que viene, puede ser condenado a entre dos y ocho años de prisión. El Código Penal estipula entre uno y cuatro años de cárcel para el homicidio imprudente, entre seis meses y dos años por el delito de omisión de el deber de socorro y entre seis meses y dos años más de cárcel por haber implicado al hermano menor de edad.El abogado de los Olalla piensa pedir, aunque lo dice con escasa fe en sus posibilidades de éxito, ocho años de prisión. «Estoy convencido de que será mucho menos, pero espero que vaya a prisión», dice. Y aún dolido por el trato que se le está dando a Farruquito espeta con sorna: «Aunque si sigue la campaña mediática que se le está haciendo a lo mejor para el año que viene la culpable es mi cliente por acusar a Farruquito o el propio fallecido por ponerse en medio».Es común entre las víctimas quejarse de lo benigno de las penas que la justicia impone a quienes matan en la carretera. «Es una burla para las familias», dice Ana María Campo, presidenta de la Asociación Stop Accidentes y madre de un peatón muerto después de que un conductor ebrio lo arrollara en enero de 1998. «En muchos casos, como no tienen antecedentes ni van a la cárcel. Las leyes les favorecen y los jueces los juzgan benévolamente porque se ponen en la piel del que ha cometido la infracción y no en la de la víctima».En 2002, de los 5.347 muertos que se cobró la carretera, 776 eran peatones. El año anterior fueron 846 de 5.517 víctimas totales. Desde Stop Accidentes llevan años pidiendo mayor severidad con los temerarios al volante. De momento, han logrado que comience a gestarse una agencia dedicada exclusivamente a los accidentes de tráfico, en la que se dilucide dónde acaba el accidente fortuito y comienza el delito.La viuda de Camarón le decía el miércoles a Farruquito que no se preocupara, que no le iba a pasar nada. Y hablaba desde la experiencia. En 1986, el todoterreno que conducía Camarón de la Isla chocó frontalmente con otro turismo en la localidad gaditana de Chiclana. Dos personas fallecieron y el cantaor fue condenado a un año de prisión menor por un delito de imprudencia temeraria con resultado de muertes lesiones y daños. Como no tenía antecedentes, no tuvo que pasar por prisión.Más similitudes con el caso de Farruquito guarda el del cantaor gaditano Juan Villar Jiménez, Juanito Villar. En 1990 pasó ocho meses en prisión tras arrollar en carretera a una persona que empujaba un vehículo averiado. Juanito Villar no le prestó ayuda. El peatón falleció. La policía descubrió el secreto que callaba Farruquito por casualidad. Le habían pinchado el teléfono al policía Benardino por otros asuntos cuando se toparon con una conversación en la que se mencionaba a Farruquito como el autor del atropello y al hermano como una víctima inocente. Tras una noche en el calabozo, al día siguiente de la detención, el clan al completo unía fuerzas entorno al juzgado de guardia de Sevilla donde Farruquito fue llevado a declarar. Los Farruco ocuparon los soportales y la cafetería de la cercana estación de autobuses, pendientes de lo que la juez decidiera, incómodos con la presencia de los medios de comunicación. «Te rompo la cámara», amenazó la madre, la Farruca, Rosario Montoya.Los ánimos se calmaron en cuanto se supo que Farruquito quedaba en libertad condicional, tras pagar una fianza de 40.000 euros. Hasta que se celebre el juicio, todos los días 6 y 20 de cada mes deberá presentarse en un juzgado. Por cortesía judicial podrá acudir al que se encuentre más cerca del teatro donde en ese momento esté bailando. La viuda de Olalla, María Ángeles Madero, pide Justicia. «Hasta hoy, confío en la Justicia. Y espero seguir confiando en ella cuando llegue el día del juicio y lo acusen y cumpla con lo que tenga que cumplir» http://www.elmundo.es/elmundo/2004/05/24/sociedad/1085406592.html BARCELONA | HIERE DE GRAVEDAD A UN OBRERO Un detenido mata a un policía que le custodiaba en el juzgado de El Prat tras quitarle el arma Los fugados contaron con ayuda de sus familiares que se arremolinaron en torno a los agentes AGENCIAS Policías a las puertas del juzgado de El Prat. (EFE) NOTICIAS RELACIONADAS EL PRAT DE LLOBREGAT (BARCELONA).- Un agente de policía de 25 años ha fallecido al recibir un disparo de un detenido en los juzgados del Prat de Llobregat (Barcelona). El presunto asesino estaba siendo trasladado a los juzgados con otro detenido, cuando arrebató la pistola a uno de los dos agentes que los custodiaban y le disparó. Un obrero que trabajaba en las proximidades ha resultado también herido de gravedad. El tiroteo se ha producido en el momento en que dos personas, Julio N.F., de 28 años y Antonio J.H., de 36, ambos de etnia gitana, eran conducidas por la Policía Nacional a los calabozos de los juzgados de El Prat, ubicados en la calle de Narcís Monturiol. Los detenidos acababan de prestar declaración. Los detenidos actuaron ayudados por familiares y amigos, según explicaron fuentes de la investigación, que añadieron que los familiares se arremolinaron alrededor de los policías que custodiaban a los detenidos antes de la fuga. Las mismas fuentes añadieron que a uno de los dos detenidos, del barrio de Sant Cosme, los agentes le quitaron las esposas, para que uno de los familiares le pudiera dar un bocadillo. Uno de los agentes, Antonio D.F., vecino de Badalona (Barcelona) y de 25 años, fue zancadilleado, cayó al suelo y uno de los detenidos le arrebató la pistola automática, con la que le acribilló mientras estaba aún en el suelo. El otro policía “repelió la agresión haciendo uso de su arma reglamentaria”. Después, los dos detenidos bloquearon las puertas del garaje del juzgado y escaparon. A continuación se apropiaron de un coche, un Audi A-3 o un Volkswagen Golf, en el que, según una vecina, había un joven, a quien echaron a punta de pistola. Tras el coche, otro vehículo, lleno de gente, les siguió. Durante la huida, los detenidos también dispararon a un obrero, que resultó herido grave. La policía ha encontrado el automóvil robado unas horas después en el barrio de Sant Cosme, uno de los más degradados y marginales de Cataluña. El herido fue evacuado al Hospital de Bellvitge, donde está ingresado, según confirmaron fuentes hospitalarias. El albañil, Francisco J.S, de 50 años, sufre una herida de bala en el cuello pero tras ser operado. Fuentes de la investigación aseguraron que el detenido que ha disparado contra la policía tenía ocho órdenes de búsqueda y captura. Las mismas fuentes añadieron que se trata de dos delincuentes “bastante conocidos”, por lo que los agentes de la policía que están buscándolos llevan fotografías de ambos. Uno de los detenidos tiene hasta 16 detenciones por delitos contra la propiedad y asesinato, además de tres reclamaciones judiciales en vigor. El segundo de los fugados ha sido detenido en 30 ocasiones por delitos contra la propiedad y tiene pendientes ocho reclamaciones judiciales en vigor. No obstante, sólo uno de los detenidos ha pasado unos días en una prisión catalana, de la que fue trasladado a Segovia, y no ha cumplido más condenas en Cataluña. Los agentes están ‘peinando’ todo El Prat de Llobregat para encontrar a los fugados. Además, también se ha acordonado la zona y se han establecido controles en todos los accesos y salidas de la ciudad. En numerosos programas y documentales en favor de los gitanos he observado que estos hacen continuamente estas peticiones: – Los payos nos quieren mandar al disierto, ¿por qué no aceptan nuestras leyes? – ¿Por qué los payos no toleran nuestras normas? Buenas preguntas. Estamos en un Estado donde existen una serie de normas que todos hemos establecido poco a poco durante muchos años (siglos). No pueden llegar y violar las normas establecidas por la mayoría de la sociedad cuando: 1º) Ellos no han tomado parte en su creación, puesto que su interés por la política es casi nulo, lo que se puede demostrar cuando las estadísticas nos revelan su baja asistencia a las elecciones y la sistemática violación de normas y leyes de que hacen gala. 2º) Las normas de convivencia más básicas establecidas en cualquier sociedad primitiva ya estaban implantadas cuando ellos se introdujeron bien como mercenarios de los musulmanes, o bien como criminales desterrados de la India, en nuestra sociedad. Por poner un ejemplo, pensemos en cómo se debe sentir una comunidad de vecinos que ha convivido durante muchos años y que recibe a una nueva familia cuyas costumbres sólo molestan levemente a las demás familias; al principio se callan y no dicen nada (excepto esa vecina tan cascarrabias). Después los nuevos empiezan a cometer actos que alteran la relación normal entre los vecinos. Ahora todos se quejan pero nadie toma cartas en el asunto. Finalmente la convivencia peligra porque los nuevos pasan absolutamente de todos (imaginemos que no bajan la basura a su hora, no la depositan en el contenedor que tantos años han solicitado al ayuntamiento, montan a m s de seis personas en el ascensor, dan portazos y se pelean a las cinco de la mañana, discuten con todos los vecinos que les recriminan lo anterior, etc). Al final una representación de la comunidad tendrá que advertir que si no se adaptan a tal comunidad habrá problemas. Si tú vienes a mi casa deber s adaptarte a mis normas. Si te digo que no grites y tú gritas tomaré medidas. Regresando al tema de ”¿por qué los payos no toleran nuestras normas?” hay que aclarar que llevamos muchos años tolerando esas normas que suelen consistir en: “como los payos no me dan trabajo tenemos que robar”, “como los médicos no me atiendan el primero los rajo”, “como mi novia no sea virgen no la quiero”, “como mi hija se case y no sea virgen el día de la boda ser la deshonra de la familia y la hincharé a palos”, “como no me gusta el piso que me ha dado el gobierno lo vendo y me voy a la la chabola”, “si arguien nos hace argo, debemos vengarnos de él y de toa su familia”, “aquí manda el tío Casiano”, etc. TESTIMONIO DIRECTO Los testimonios recopilados en este apartado se narran desde el punto de vista de las propias víctimas. Viernes Santo de 1988, Linares. Sobre las tres y media de la tarde, fui a casa de mi tía que vivía en la calle La Cruz para llevarle un plato de los típicos dulces que mi madre cocina en Semana Santa. El Paseo de Linarejos estaba completamente vacío, y cuando pasé a la altura del cine Roselly, dos gitanos salieron de detrás de un banco y me sorprendieron. Vestían ropas de verano (empezaba ya a hacer calor) y tenían un aspecto muy descuidado, siendo además, posiblemente, dos o tres años mayores que yo. Uno de ellos llevaba una pequeña navaja. Sus rostros reflejaban la satisfacción de atracar a una víctima. Me preguntaron que dónde iba y contesté la verdad. Acto seguido, y sin hacer m s preguntas, uno me metió las manos en los bolsillos del pantalón del chándal para robarme, mientras se reían. También me registraron los bolsillos de la chaqueta del chándal. Pero, raro en mí, ese día no llevaba absolutamente nada en ningún bolsillo (siempre suelo llevar las llaves, algo de dinero y pañuelos). En ese momento, sus caras se mostraban en estado de impotencia (no pensaban quedarse con las manos vacías). Fue entonces cuando me preguntaron que qué llevaba en la bolsa con el plato y yo contesté que una “cosa” para mi tía. Después de una repentina pausa, sus caras cambiaron a una actitud “agradable” y empezaron a reírse al tiempo que me decían que todo había sido una broma y que no me querían hacer nada. Yo proseguí mi camino a un paso acelerado sin mirar hacia atrás y no los volví a ver. Información: MGL. COMENTARIO SOBRE “GITANOS Y DROGAS” “Gitanos y Drogas” es un libro realizado por el Grupo PASS (Programas Aplicados a Servicios Sociales Sociedad Cooperativa Limitada) que estudia el problema de la toxicomanía desde el punto de vista del modelo socio-cultural. En principio hay que aclarar que es en este modelo donde demagógicamente se hace hincapié en el medio social como causante de la incidencia y/o mantenimiento del consumo. O sea, que los gitanos toxicómanos no son culpables de su adicción; somos el resto de la sociedad los que se la proporcionamos y ellos, sin querer, la consumen. Escuchar esto es indignante cuando se ha demostrado que los padres gitanos suministran droga a los hijos para los m s variados y espeluznantes fines (tranquilizarlos para que no molesten durante la siesta, mantenerlos espabilados mientras piden limosna o venden flores en las ferias, etc.). N. del autor: En la feria de San Agustín 1995 presencié algo patético. Pasamos a una de las casetas instaladas en el recinto ferial e instantáneamente se nos acercó una gitanilla con no m s de seis años y unas ojeras increíbles. Llevaba una minifalda con lunares andrajosa, una pequeñísima camiseta rosa que sólo le cubría el pecho y estaba peinada con un gracioso moño. Nos intentó vender flores para las muchachas pero nadie quiso. Todos siguieron con la fiesta pero yo observé la conducta de la niña. Esta se acercó a la barra, pidió un vaso de agua y un servilletero, todo lo cual le fue ofrecido al instante. Metió una servilleta en el vaso de agua y se enjuagó los ojos lentamente; no podía mantenerlos abiertos. En ese momento llegó su madre que al verla perder el tiempo de esa forma gritó: -­¨Qué te paaasaaa?!, ­¿Es que tienes sueño?!, anda, tómate esto-. Acto seguido sacó algo de un bolsillo de la falda y muy discretamente lo introdujo en la boca de la hija, obligándola después a beber el agua. Las dos se fueron de la caseta mientras yo regresaba a la conversación de mis amigos. Media hora después volvió a aparecer la niña ofreciendo sus rosas. Tenía más ojeras pero ahora estaba total- mente espabilada, incluso nerviosa o excitada me atrevería a decir. También he escuchado en diversos medios de comunicación cómo pequeños que pedían limosna en la calle eran drogados por sus padres para que pidiesen durante m s horas. Otros casos consistían en que los padres amenazaban al pequeño (adicto) en no darle su dosis de droga si no conseguían x dinero. En la página 29 de “Gitanos y Drogas” se puede leer: “Junto a las peculiares características de organización social gitana y al bajo nivel socio-cultural de las familias, se suma el ‘olvido’ de la sociedad mayoritaria,...” Pues bien, creo que la donación por parte de ayuntamientos, de pisos a familias gitanas no es precisamente un ‘olvido’; creo que el esfuerzo de profesores por socializar a niños gitanos en la escuela no es precisamente un ‘olvido’; creo que la admisi¢n de gitanos en programas de rehabilitaci¢n para toxicómanos no es precisamente un ‘olvido’; creo que la admisión de asociaciones gitanas en competiciones deportivas municipales no es precisamente un ‘olvido’; y creo que la actual promoci¢n que se est dando a artistas gitanos (Ketama, familia Flores, Camela, Azúcar Moreno, etc…) no es precisamente un ‘olvido’. En cierta ocasión el Ayuntamiento de Zaragoza intentó una solución desesperada al problema de la delincuencia gitana. Consistió en crear un pueblo gitano en las afueras de la ciudad que contase con todas las comodidades que los mismos gitanos pidiesen. ¿Es esto un ‘olvido’? M s no se puede hacer, pues se accedió a todas las peticiones gitanas. Por cierto, a los pocos meses este pueblo se convirtió en refugio de todos los delincuentes de España, la policía no podía ni pasar (eso también pasa en zonas de Linares), y el pueblo tuvo que ser derribado, realojando a todas las familias gitanas en pisos de Zaragoza (¨’olvido’?). En la página 33 se publica una entrevista a un gitano que trata sobre su paso por el colegio. El gitano termina haciéndose la víctima, diciendo que como la señorita le dejaba salir con su tío a fumar al pasillo, es que pasaba de ellos. “Nos pasaban de curso para no aguantarnos, con que fíjate…” Ahora resulta que para no aguantarlos basta con pasarlos de curso. Personal- mente pienso que si no quisieran aguantarlos los habrían expulsado. El tema de los gitanos en el colegio es mi fuerte. Fue allí donde comencé a interesarme por la conducta de estos “extraños seres” como yo pensaba en 3§ de EGB. Aprendí muchas cosas sobre esta gente en aquella época, pues “me juntaba” con dos hermanos gitanos (el mayor era Diego, pero del otro no me acuerdo). Observaba como en clase sacaban naipes y jugaban al tute, ignorando, incluso con mofa, las regañinas de la profesora. Cuando esta salía un momento se levantaban, cogían los útiles de los demás y los tiraban contra la pared o por una ventana, intentaban sacar el dinero de la hucha del Domund, escupían en las libretas de los demás, bajaban la falda de las niñas, se desnudaban delante de ellas y se tocaban o las tocaban. Por cierto, el que “se chivase” obtendría el premio de una paliza segura en el recreo. Por suerte yo era la única persona que les caía bien, aunque hablaba poco con ellos y me limitaba a seguirlos y observarlos. En los recreos, todos los niños iban a jugar al fútbol o “a pillar”. Ellos se apartaban, yo los acompañaba y me repetían: ¿Zurramos a alguien?. Muchas veces los convencía de que no lo hicieran y entonces se reían de m¡. También me decían: -­Si alguien te hace argo, llámanos, que lo hinchamos al hijoputa!-. Yo no comprendía por qué los profesores no avisaban a los padres cuando hacían las trastadas enumeradas antes, pero con el paso de los años he conocido palizas de padres gitanos a profesores por echar a los niños de clase (C. P. Jaen Linares), lo que me ha explicado tal dejadez. Gitanos y Drogas es un libro que pretende mostrar a los gitanos como gente buena que la sociedad ha vuelto corrupta. Pues bien, si se lee el libro con detenimiento se descubre que, ante una mente verdaderamente analista, consigue todo lo contrario, pues nos presenta a los gitanos como gente hostil, conflictiva, contrabandista, y CLARAMENTE ANTISOCIAL. Como ejemplos se pueden ver: Página 18.- Explicando la estrategia seguida para encuestar a las familias gitanas se dice: “Sin embargo, hay que decir que la entrada en los hogares no fue siempre fácil, ni posible. El ambiente del barrio está muy deteriorado, es frecuente presenciar peleas familiares o interfamiliares, oír acusaciones entre vecinos o simplemente asistir a intercambios de diversas mercancías de procedencia incierta en cualquier esquina o lugar del barrio.” Páginas 25,26,27.- Se nos describen las características generales de los entrevistados, y cualquier persona medianamente informada podrá notar que se ofrece una especie de “retrato robot” del típico gitano de unos veinte años. Estos son algunos de los elogios: Analfabetos funcionales, desocupados, heroinómanos, con politoxicomanía diagnosticada, contacto con la droga a los once años (N. del a.: Los padres juegan un papel fundamental en los inicios en la droga), delincuentes habituales, antecedentes penales, juicios pendientes y estancias carcelarias. Algunos tienen la heroína como droga base de su adicción y otros el hachís, al que acompañan con fármacos diversos, ácidos y cocaína, según disponibilidad. La mayoría están casados o conviviendo y tienen hijos. Página 32.- Me siento feliz al ver como los autores de este libro me dan la razón en lo que han sido mis ideas de toda la vida. Ideas que han sido constantemente rechazadas y acusadas de fascistas y racistas. Pues ahora, en un libro que defiende a los gitanos, ¡me apoyan!. Leamos: “Su paso por la escuela, cuando lo ha habido, ha sido ineficaz, pues los valores transmitidos, imprescindibles para una buena integración social al sistema general, se presentan disfuncionales para vivir entre los suyos, y no son asumidos por el alumno gitano que ha de desenvolverse en su mundo, en su barrio, con su gente.” Multitud de personas defensoras de los gitanos me habían recriminado esta idea como inhumana y racista, alegando que “si a un niño gitano se le ofrece la misma educación que a un ‘payo’ no debe tener problemas para adaptarse a la sociedad”. Pues ahí está el problema, otra de mis máximas: LOS GITANOS NO QUIEREN ADAPTARSE A LA SOCIEDAD, QUIEREN QUE LA SOCIEDAD SE ADAPTE A ELLOS. quizás fué ese unos de los motivos por los que tuvieron que “salir por patas” del noroeste de la India). Esa postura no solo se dá en España, és mundial. Ellos dicen/se dicen que ellos tienen sus propias normas y reglas. Expertos en imponer sus propias leyes, aprovecharse de los bienes sociales, y si es posible adueñarse del bién ajeno, siquen bagando y cosechando racismo por cualquier país que pasan. En el párrafo examinado hay que recalcar lo de ”...SU mundo, SU barrio, con SU gente”. Esto es todo lo que interesa al gitano; no necesitan que sus hijos se integren en otra sociedad, ¿para qué?. De ah¡ que los valores transmitidos en su ocasional paso por la escuela se presenten inútiles. Ello me conduce a la reflexión (comprobada por otra parte) de que los gitanos esperan de la escuela un especie de guardería donde dejar a los hijos mientras se dedican a SU trabajo sin soportar la molesta carga de alguien que berrea y sale corriendo sin ton ni son (como todos los niños, no lo digo porque sean niños gitanos). Página 84.- En el siguiente párrafo, aunque no nos muestra nada nuevo, es bastante explicativo. Habla sobre la financiación de los toxicómanos. ”¿Cómo se financian la adquisición de estas drogas no institucionalizadas que suponen un gasto importante derivado de las características de las redes de distribución (mercado negro)? La disponibilidad monetaria de los gitanos que se declaran consumidores es bastante baja (muchos de ellos son inactivos), sin embargo, la cercanía y conocimiento de dichas redes y de su funcionamiento les facilita y abarata el consumo en el caso del hach¡s, del que no sólo son usuarios, sino que en bastantes casos se convierten en pequeños trapicheros. Por lo que respecta a la heroína, su adicción se financia básicamente a través de otras actividades delictivas de mayor envergadura.” Página 84.- “Otro es el caso de algunos niños gitanos que, al parecer, desde los diez u once años comienzan a delinquir, iniciados por la generación anterior, y a fumar con sus ganancias los primeros porros. Esta circunstancia no pudo constatarse con manifestaciones de los propios interesados, aunque está en la conciencia de la mayoría.” La cosa está clara: Una raza tan decadente, permisiva hacia niños drogadictos y delincuentes jamás podrá integrarse en la sociedad, pues estas prácticas ser n profundamente rechazadas allí donde vayan. Los defensores de los gitanos exclaman que dichas prácticas pueden ser erradicadas con educación y trabajo (también dicen que se drogan porque están en paro, lo que me parece una patraña: tengo multitud de amigos en paro y ni siquiera fuman porros). Respecto a la educación, ¿cómo se la ofrecemos? No asisten al colegio, los que asisten juegan al tute y fuman en el pasillo, y con los medios de comunicación no podemos hacer nada. Según este libro sólo utilizan la televisión y es fundamentalmente para ver películas bélicas y de artes marciales, ignorando la información que conoce cualquier persona como quién es el presidente del gobierno, qué es la OTAN, qué es la ETA, quién es Reagan, etc, (Págs. 52,53). Es difícil enseñar a una persona que no tiene interés; si además posee un carácter tan dejado y rebelde como el gitano, ahorremos esfuerzos. Página 124.- Volvemos a mis habituales afirmaciones lo cual agradezco sinceramente a los autores de “Gitanos y Drogas” pues contribuyen a la correcta redacción de mis máximas: “Identifican el delito, pero no les supone conflicto moral la trasgresión de una ley que no es la suya.” Sobre el tema de la ley se habla extensamente en el episodio de casos. 5. El Escándalo FARA Vicente Rodríguez, Presidente de FARA, actualmente detenido, con la consejera de Educación, la exmaoista Candida Martínez. A principios de Noviembre la policía detenía a Vicente Rodríguez, presidente de la Federación de Asociaciones Romaníes de Andalucía (FARA), a José Maldonado su portavoz y a varios miembros más de la directiva de esta organización gitana. También se ha imputado a varios familiares de Rodríguez. Se les acusa de haber desviado y haberse apropiado de millones de pesetas provenientes de subvenciones publicas de la Junta de Andalucía y el Ministerio de Trabajo, utilizados para blanquear dinero procedente del narcotráfico. Se han difundido al respecto noticias referentes a compras de fincas de olivos, chales, de coches de lujo (Porshe, Mercedes, BMW,...); contrataciones ficticias y justificaciones de gastos falsas o sperpénticas (facturas de hoteles de cinco estrellas, etc); exigencia de entrega de entre el 5 y el 25% de sus nominas a trabajadores contratados, ... Al parecer, la investigación policial se inicio como un asunto de trafico de drogas. El Clan de Los Charros, que lidera Rodríguez, se había hecho dominante en la zona malagueña de La Palmilla y había atraído la atención policial. Lo singular del caso es que este clan había tomado el control de la FARA desde 1998. Así, lo que hubiera podido ser un caso más de narcotráfico se convertía de hecho en un escándalo político de primera magnitud que ilustra bien sobre muchos elementos de la realidad política y social andaluza y que implica al Gobierno andaluz. (Para una relación detallada de los acontecimientos, véase Dossier Prensa Caso FARA en Archivo de Documentos-Carpeta Andalucía con las noticias publicadas en la Prensa diaria desde Noviembre hasta el 12/12/2001). La FARA nació en 1988 al amparo de la Junta de Andalucía. La Junta necesitaba disponer de un intermediario estructurado y de un interlocutor privilegiado en su intervención sobre la población gitana andaluza. Entre 1989 y 1991 fue dirigida por uno de los hoy imputados, José Maldonado. En 1998, la directiva entonces gobernante fue destituida en lo que muchas fuentes coinciden ahora en calificar como un autentico golpe de estado interno “por no atenerse a la ley gitana”, siendo sustituida por el grupo encabezado por Rodríguez. En 1999 hubo una investigación administrativa conjunta del Ministerio de Trabajo y de la Consejería sobre la gestión de las subvenciones que no concluyó en nada. Entretanto, la FARA -que coordina 44 asociaciones gitanas andaluzas-mantenía relaciones de estrecha colaboración con las Consejerías de Educación, Empleo y Servicios Sociales del Gobierno andaluz; con el Ministerio español de Trabajo; con Ayuntamientos, Diputaciones y mancomunidades; con sindicatos como CCOO…, recibiendo subvenciones de todas estas administraciones que ascendían a cientos de millones de pesetas. Contradicciones del Gobierno andaluz. A esta fecha todavía no está claro si el Gobierno andaluz transmitió sus sospechas de corrupción en la FARA a la policía o simplemente, como parece más plausible, colaboró con ella una vez iniciada la investigación policial. El Consejero Pérez Saldaña ha dado al respecto versiones contradictorias. Pérez Saldaña lo que sí ha dejado traslucir es su malestar porque la atención pública se centrara en su consejería de Asuntos sociales cuando la FARA mantenía iguales o más tratos con la de Empleo, dirigida por Viera y también podía haber manifestado lo mismo en relación con Educación, gestionada por Martínez. Otros consejeros como Zarrias y Hermosín han intentado focalizar el asunto en consejerías concretas, buscando con ello restar carga política a lo que es evidentemente un asunto que afecta al Gobierno andaluz en su conjunto. Tanto los consejeros Saldaña como Viera han reconocido que sabían que desde 1998 la FARA estaba en manos de un clan mafioso. Saldaña, antes de retractarse al día siguiente, incluso reconoció haber sido amenazado; admitió que su casa había sido asaltada y que funcionarios a su servicio en malas relaciones con la FARA tenían que tomarse vacaciones en Túnez para protegerse. En un episodio chusco, los dos consejeros afirmaron a la Policía, en conversaciones informales en sus despachos, que sabían que la directiva de la FARA estaba en manos de narcotraficantes; aunque luego han reconvertido las amenazas en presiones y han recogido velas. El Consejero Viera ha dicho después del episodio que no volverá a hablar con la policía en privado en su vida. Filtraciones del sumario, por otro lado, traslucen que el Consejero Saldaña intentaba contentar en lo posible las exigencias de la FARA sobre destituciones de funcionarios hostiles y contratación de funcionarios gitanos afines a FARA, lo que el Consejero explica como maniobras de despiste para que se confiaran mientras avanzaba la investigación policial. Responsabilidades políticas directas. De lo que se sabe hasta ahora parece desprenderse que el Gobierno andaluz supo desde un principio que la FARA había sido tomada al asalto por un clan, pero que lo admitieron como cosa de gitanos. La lucha feroz por el control del maná de millones que usaba como pivote a la FARA debió de parecerles cosa natural así como las practicas clientelistas que ello conllevaba. Lo que no debieron intuir hasta que el clan Charro estaba ya consolidado es que había un salto cualitativo en esas practicas. Y como un remedo de Gobierno porque ningún gobierno serio de verdad actúa así ante las primeras amenazas, lo dejaron correr. Sabían que la FARA estaba en manos mafiosas pero no hicieron nada sustantivo al respecto por puro miedo; se limitaron a dejar que la rutina administrativa siguiera su curso y a intentar convivir con los mafiosos y cuando vieron que la policía española iniciaba actuaciones su mayor preocupación fue que estas avanzaran pero de manera que la FARA no pudiera pensar que ellos tenían responsabilidad ni protagonismo en la investigación para que no tomara represalias. En todo ello hay una clara responsabilidad política como mínimo por omisión. Afecta a varias consejerías y atraviesa transversalmente la gestión de la Junta, la responsabilidad política afecta pues al Gobierno andaluz en su conjunto, empezando por el Presidente Chaves que nombró a estos consejeros y toleró que ocurrieran estos hechos. El trasfondo. La llamada política de acción social se asienta en la hipocresía y el cinismo. Es sabido que, en general, el efecto social más sensible de las políticas de servicios sociales mujer, minorías, etc es facilitar el empleo de quienes la ejecutan, en multitud de casos afines al Gobierno, mientras generan estructuras clientelistas o de control sobre los sectores en que se interviene. Mientras con una mano se fomenta y defiende con toda ortodoxia neoliberal la precariedad, con la otra se pretende atenuar sus efectos con recursos ridículos y esquemas restrictivos que, de tan excesivos, exigen la falsedad y que más que incluir en la jerga al uso excluyen. Todo ello en un contexto de privatización generalizada en forma de concesiones, conciertos, programas conjuntos, etc de buena parte de lo que debería ser llevado a cabo directamente por la Administración con personal regularizado y estable y normas equitativas y no arbitrarias. La FARA se ha beneficiado de esa política; de hecho nace para llevarla a cabo. Si en algún sector este régimen de protectorado supura y encuentra un discurso justificativo es en el de la intervención sobre la población gitana. La función política esencial de organizaciones como FARA no es reivindicativa sino la de ejercer como brazo delegado de la administración de la que depende y a la que sirve. El discurso étnico sólo sirve entonces como justificación para la defensa de los espacios de gestión de recursos y de ampliación de las esferas de poder. A cambio de un modelo que ofrece ascenso social y estabilidad para algunos incluso en su versión honesta y no mafiosa se ofrece como contraprestación imagen, control o incluso votos. Preguntas Ante lo ya sabido, cabe preguntarse sobre los porqués de los silencios de las otras administraciones implicadas en tratos con la FARA, incluidos sindicatos como CCOO. Como argumento exculpatorio se está usando que la relación con la Junta avalaba a la FARA pero ¿nadie sabía nada?. ¿Tampoco en la propia Málaga?. Cuesta creerlo. ¿Por qué la dirección gitana desplazada de la FARA admitió su derrocamiento en silencio?. ¿Porque luego no denuncio lo que estaba ocurriendo?. ¿Porque tampoco lo hicieron otras asociaciones gitanas?. ¿No lo sabían?. Entonces, ¿ese es el grado de conocimiento que tienen del sector que pretenden representar?. Y si lo sabían, ¿porque callaron?. ¿Por el mismo miedo que trasluce Saldaña?. ¿Ese es su grado de compromiso?. ¿Quizá porque no les parecía criticable?. ¿Porque era algo interno? y aún así ¿porqué tampoco hicieron nada?. ¿Porque, finalmente, no se ha podido leer una vez estallado el escándalo ninguna reflexión al respecto desde las otras asociaciones gitanas?. Reflexiones Rodríguez y su clan quizá fueran un caso extremo de degeneración. Pero el discurso ideológico con el que justificaban su actuación ver declaraciones en el Dossier no es patrimonio exclusivo de los sectores mafiosos. Al contrario, es compartido por otras asociaciones gitanas honestas. Desde el estallido del escándalo lo políticamente correcto ha sido disociar a los presuntos defraudadores tanto de los gitanos como sector en general como de las asociaciones gitanas en particular. Sobre lo primero no hay dudas; sobre lo segundo, en cuanto a la presunción de honestidad contable y administrativa, tampoco. Lo contrario sería ciertamente un claro prejuicio racista. Pero esto no implica sepultar las necesarias reflexiones que han de provocar los hechos. La directiva de la FARA tomó el poder con la excusa de defender el ejercicio de la ley gitana, sea esto lo que fuere. Y justificó su continuidad porque, en aras de las pretendidas singularidades gitanas, era necesario un instrumento de intermediación que tratara separadamente a los gitanos. La FARA defendía que se crearan mediadores para la relación entre los gitanos y la sanidad; monitores específicos para similar misión entre las familias y las escuelas. Portavoces de la FARA afirmaron en su día que “no les gusta hablar de integración, sino de entendimiento entre una cultura mayoritaria y otra minoritaria. No se puede pretender que el pueblo gitano pierda sus señas de identidad ni sus valores para integrarse en otra cultura”. Lo cierto es que la sucesión de conceptos (y también intereses, en algún caso) que encierran pronunciamientos de este tipo, sostuvieron y legitimaron de hecho a Los Charros para sus practicas. Está claro que el caso FARA hay que verlo esencialmente como un escándalo ligado a la gestión del Gobierno PSOE que, por acción u omisión, colabora o permite el comportamiento delictivo de unos individuos y el uso y apropiación indebida de fondos publicos. Pero también hay que ser consciente de que tras esto emerge otra cuestión de fondo, mucho más importante: el futuro de la población andaluza gitana en si misma y en relación con el conjunto de la nación y las estrategias para conseguir la igualdad. Texto completo: http://tierraylibertad.f2o.org/archivo/000843.php http://eldebate.com/view.php3?id=189350 http://delavega.bitacoras.com/weblog/comentario.php?id=2139 http://www.pacnauta.com/turincon/rincon/

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