Que la izquierda ha perdido el norte es verdad. Aunque no toda la izquierda. Una rémora del franquismo es que la izquierda se alíe con movimientos nacionalistas, que en un momento parecían liberadores. Lo que
J.F. Martín Seco llama
El pecado original de la izquierda, tiene que ver con la disgregación del estado. Porque sin estado, la democracia social y cierta distribución de la riqueza se vuelven más difíciles. “A una parte de nuestra izquierda le cuesta comprender que el único contrapeso posible al poder económico y a las desigualdades que derivan del mercado se encuentra en el Estado. Bien es verdad que hoy día estamos en presencia de un proceso involutivo que pretende retrotraernos al Estado liberal, pero la forma de combatirlo no puede estar nunca en propugnar menos Estado, sino, por el contrario, en reclamar más Estado. La manera de superarlo jamás puede centrarse en un proceso disgregador, que trocea el Estado en compartimentos estancos. El federalismo no ayuda precisamente a la política redistributiva.”