Parece que, en general, los socialistas —los estados socialistas y por ende su pensamiento— no se empeñaron en exceso en luchar contra la pena de muerte; parece contradictorio pero la realidad es esa.
Francisco Fernández Buey señala cómo Cesare Beccaria (1738-1794) se adelantó a su época alejándose del socialismo utópico para escribir con los pies en la tierra: ” Lo mas apreciable y nuevo de la argumentación de Beccaria es que ponía en el centro del discurso algo sobre lo cual los primeros socialistas habían pasado como si del fuego se tratara: la violencia contra el reo, la tortura y la pena de muerte en el derecho penal. [...] A diferencia de los utópicos ilustrados que se orientaban hacia el socialismo o el comunismo, Beccaria no propuso abolir de una vez por todas la diferencia entre bien y mal establecida por las morales tradicionales. Su idea de la sociedad de libres e iguales era, por así decirlo, autocontenida. Él no creía que el día de mañana la expresión de la libertad y la igualdad tuviera que pasar por la negación del derecho, de todo derecho. Beccaria era más modesto y también más realista: sólo proponía reformar el derecho a castigar los delitos, aboliendo la pena de muerte y la tortura. Y argumentaba ambas cosas con razones de utilidad, basándose en el principio de «máxima felicidad dividida entre el mayor número».”
Otra asignatura pendiente del socialismo: La abolición de la pena de muerte