Gustavo Duch critica con dureza desde el punto de vista ecológico el cultivo masivo e industrial de salmones. La burbuja del salmón.
«Detrás de ellos, decía, ya no hay una pesca artesanal que convivía con los caprichos del tiempo, de buenos años de pesca, del manejo de las artes de pesca o incluso del azar, sino que desde hace unas décadas lo que tenemos son multinacionales engordando estos salmones en granjas especializadas. La cría de salmones en cautividad, en jaulas flotantes, es una práctica industrial e intensiva que se ha extendido fundamentalmente por las costas de Noruega y Chile. Sólo en los fiordos del Sur de Chile, se contabilizan más de 700 centros de cría, con una producción total de 100 millones de salmones, con 200.000 salmones en cada una de esas estructuras carcelarias esperando su alimento antes de volar hacia Europa o Japón. Porque ese es el origen del salmón que hoy comemos en nuestras mesas, con un frecuencia imposible de pensar hace unos años y a unos precios imbatibles que se consiguen al no contabilizar muchos de los impactos negativos de esta acuacultura que hay que denunciar.»