Iker Zabala continúa su análisis de la vida, obra y pensamiento del cineasta ruso, en Andrei Tarkovski, escultor del tiempo.
«de todas las acusaciones vertidas sobre El espejo, es probable que las que más irritaran a Tarkovski fueran, paradójicamente, ciertas veladas alabanzas ante lo que se interpretaba como puro “cine experimental”. Tarkovski detestaba este término, pues para él se refería a una búsqueda, a la plasmación de un método para llegar a algo, pero en ningún caso al resultado. En su opinión, el cine experimental muestra las fases de un proceso de búsqueda con desvergonzado exhibicionismo, pero nunca la meta, que debe ser la obra de arte. El ensayo y el error pueden aplicar a la ciencia, pero en ningún caso a la labor artística.»