Álvaro Ibáñez narra un experimento en el que se les dejó a un grupo de niños de una aldea rural en Etiopía una veintena de ordenadores pequeños. Niños sin escolarizar que aprenden a aprender con sus ordenadores de 100 dólares.
«En la explicación de los responsables del experimento sorprende la rapidez con que los niños aprendieron:
“Simplemente llegamos allí y dejamos las cajas, cerradas, sin más instrucciones. Pensamos que simplemente pasarían un rato jugando con ellas, pero al cabo de cuatro minutos uno de los niños ya había abierto una caja, examinado el aparato y encontrado el botón de encendido (…) A los cinco días estaban usando unas 47 aplicaciones por niño cada día. Algunas de ellas enseñaban el alfabeto mediante canciones. Pues bien. en dos semanas estaban cantando la canción del ABC.”»
2012-12-11 00:22
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