Aprovechando un repunte de los famosos librojuegos que hicieron furor entre la muchachada hace unos cuantos lustros, recuperamos un artículo de José Viruete con altísima carga de nostalgia —para el lector, claro—. Librojuegos: rol para una persona.
«En Inglaterra comenzaban a formarse los primeros grupos de roleros, que eran como los de ahora, aunque como aún no existían Blind Guardian, llevaban camisetas de Uriah Heep. Un par de ingleses con nombres de defensas del Arsenal, Ian Livingstone y Steve Jackson, que habían montado una tienda especializada en juegos, vieron en ellos el medio ideal para su iniciativa. Su primera idea fue crear una guía de iniciación al rol, pero finalmente, prefirieron tratar de recrear la experiencia rolera para un solo jugador (no hablamos de la masturbación, sino de la otra, la de jugar). Vamos: un librojuego. Pero en lugar de basarse en un conjunto de reglas externo, estas vendrían incluidas en el propio tomo, estando simplificadas y centradas en lo importante: matar monstruos.»