Antón Castro recuerda la figura de Manuel Chaves Nogales, uno de los mejores periodistas de la primera mitad del siglo XX. Chaves Nogales: el periodista
«Manuel Chaves Nogales, que aspiró la fragancia de las prensas y las linotipias desde que tenía catorce años, dijo que su oficio consistía en “andar y contar la vida”. Entre él y Belmonte se produjo ese milagro químico de la comunicación y la confianza. Y así, el periodista y novelista adoptó la voz del matador. Belmonte cuenta la hambruna familiar, la diversa y miserable suerte de sus hermanos, evoca a su padre quincallero, y cuenta cómo, desoyendo los ruegos familiares, se fue inclinando hacia las capeas y jugándose la vida a la luz de la luna en el campo. Dentro de esa existencia rebosante de patetismo, en la que ni siquiera resalta su valor taurino, siempre controvertido por otra parte, cobra especial importancia su amigo Calderón, que es como el hombre que siempre le estimula, que cree en él, que le empuja y le busca corridas. La narración, digna de la mejor picaresca, insiste en la forja de un destino ante un sinfín de adversidades.»