Un texto bastante inquietante este del Señor Ausente sobre las películas que narran la vida de personajes como Jesucristo o Mahoma utilizando el plano subjetivo para narrarlas. Con los ojos del profeta.
«Cuando hace un par de años se produjo el escándalo de las viñetas ofensivas con el Islam al reproducir la imagen de Mahoma, algo prohibido en esa religión, recordé la existencia de una película que vi (padecí) en el cine de mi abuelo cuando le llegó el turno: Mahoma, el mensajero de Dios (Moustapha Akkad, 1977). Akkad, sirio e islamista practicante, encontraba a faltar una gran producción sobre su religión como las que tanto abundaban referidas al cristianismo, y decidió hacer un biopic del profeta fundador.
Se enfrentó a dos problemas. El primero, la resistencia de Hollywood a financiar un filme de este tipo. Lo resolvió acudiendo a Gadafi, el dictador libio, que financió la película a cargo de los presupuestos del estado. El segundo gran problema era, claro, la prohibición de representar la imagen de Mahoma o su voz. Tras consultar a diversos islamistas ilustres, se obvió la imagen y la voz del profeta. En la película nunca le vemos ni oimos y siempre está en off. Y así se indicaba en los créditos iniciales.»