Para salvar el euro, es Alemania la que debe abandonar la eurozona, y esa frase es algo más que una provocación de Marshall Auerback, en un artículo que estudia la relación de la actual crisis con los errores de concepción y construcción de una Unión Europea parece que meramente mercantil.
«Pero, enfrentado a una crisis que obliga a definirse, el gobierno de la Sra. Merkel ha tomado el partido de evitar el debate abierto sobre la unión política, para tomar, en cambio, el de forzar a la ingesta de medicinas económicas a los reluctantes electorados de Grecia, Irlanda, Portugal y España. Y eso se está haciendo económica y políticamente insostenible. Si de lo que se trata es de salvar la unión monetaria, diríase que quienes toman las decisiones políticas están contemplando las cosas desde una perspectiva harto errada. Porque, al final, y por paradójico que resulte, la vía menos desastrosa para salvar a la Unión Monetaria es que sea Alemania, y no los países periféricos, la que la abandone.
Una de las principales razones de que sea tan importante la unificación política y social es que sólo ese tipo de unión puede sentar las condiciones que facilitan el mecanismo de ajuste a las carencias de competitividad. La movilidad laboral es mucho mayor dentro de los países que entre ellos. Las transferencias fiscales transregionales ayudan a encarrilar el proceso de ajuste. La unidad social y nacional hace casi impensables las políticas de expulsión, lo que suministra el cemento para mantener en su sitio la disciplina del ajuste.»