Enlazo el artículo de Nuredín Miftah como un buen ejemplo de la retórica más o menos oficial de Marruecos frente a Europa y España, un artículo en el que el autor cree que su país se pierde en pequeñas disputas cuando tendría que abordar temas más serios, como la colonización de Ceuta y Melilla o las injerencias en el Sahara. La marcha blanca.

«En lugar de exigir a España cuentas por sus crímenes coloniales, su pasado en el Sáhara, y por mantener la ocupación de Ceuta y Melilla, nos peleamos con ella por un guardia civil que ha golpeado a un marroquí y por quién es el responsable de herir a un emigrante clandestino subsahariano que cayó en el muro que cerca Melilla, y lanzamos aviones de papel con bombas e insultos y agravios que se evaporan en el estrecho de Gibraltar. ¿Quién se acuerda hoy de todos esos disparos que lanzamos hacia España con duras palabras y expresiones cuando estalló el caso de Aminatu Haidar? Nadie. ¿Pero quién no se acuerda del retorno «exitoso» de esta mujer al territorio marroquí a pesar nuestro? Queda claro que algunas extrencididades de Gaddafi son muy útiles en las relaciones entre las dos orillas del Mediterráneo.

Inmersos en está vergonzosa situación, tanto para el pueblo como el Estado marroquí, los españoles organizaban una visita de su rey a Melilla, otra de su primer ministro a Ceuta, manifestaciones de activistas españoles en El Aiún enarbolando banderas de un Estado que se llama la República Saharaui que ni España misma reconoce, y lo peor es que hay una asociación española de derechos humanos que está preparando una flotilla de Canarias a El Aiún, como si fuéramos israelíes que cercan Gaza. Hasta la fecha, salvo nuestras bombas de palabras, nos sentimos que estamos arrinconados, paralizados como quien ha perdido la iniciativa y solo actúa cuando toca reaccionar en situaciones críticas.»