El capitalismo erosiona la memoria colectiva, la documental y la individual, es su triunfo: Morir sin biografía, de Santiago Alba Rico.
«La memoria colectiva está asimismo muy dañada. Hablamos de las especies animales desaparecidas o amenazadas, pero nos olvidamos de todos los gestos milenarios, las ceremonias comunes, las respuestas colectivas desterradas para siempre de este mundo. Podemos pensar en oficios muertos o en liturgias ceremoniales extinguidas, pero también en formas de organización política y vínculos de solidaridad definitivamente deshechos. Las respuestas automáticas ese tino social sin pensamiento no las impone ya la tradición o la institución o la educación, con sus ventajas y sus riesgos, y mucho menos la razón o el socialismo, sino las multinacionales. ¿Cómo superar un duelo? La casa Roche te vende una pastilla. ¿Cómo enterrar a los muertos? La funeraria privada se encarga profesionalmente del residuo. ¿Cómo besarse, dónde divertirse, qué ropa vestir, qué comer, cómo viajar, qué mirar? Monsanto, Meliá, Zara, MacDonalds, El Corte Inglés, Disneylandia nos movilizan permanente ciclón o terremoto sin posibilidad de equivocación.»