Son sólo anécdotas sin mucha importancia las que cuenta Gisèle Freund de sus encuentros con el filósofo Walter Benjamin en París. Pero son hermosas de leer. Encuentros con Walter Benjamin.
«Durante años le vi llevar el mismo traje oscuro, cuyas mangas se habían vuelto demasiado cortas a fuerza de usarlo. Hablaba lentamente, y siempre tras una madura reflexión, y tenía una forma muy ceremoniosa, muy alemana, de comportarse con la gente. Sólo en una ocasión lo vi fuera de sí, con el rostro rojo de ira, cuando nos contó a Hélène Hessel (la mujer del escritor) y a mí que sus escritos para la revista del Instituto de Ciencias Sociales (que había emigrado desde Francfort, vía París, hasta Nueva York) eran censurados por Adorno, el director del Instituto junto a Horkheimer. El Instituto le pasaba una pequeña pensión, que le permitía sobrevivir en París, lo cual resultaba esencial para sus investigaciones. Así que no podía enfrentarse a Adorno abiertamente. Le llevó semanas responder a sus críticas, y esto ocultando su amargura.»