Carlos Salas defiende apasionadamente los cómics como un modo de expresión con una carga de profundidad que muchas veces supera con creces a la escritura literaria o articulística. Esos señores que hacen monigotes.
«En realidad, el debate no debería ser si los tebeos son el noveno arte o el decimoséptimo, sino si hay que convertirlos en una industria. Me explico. Hasta que llegó Ferrá Adria con su tortilla nitrogenada, la imagen mundial de la restauración española era paellas and sangría. Ahora, los españoles están considerados como los mejores chefs del mundo, y hasta un hotel de mala muerte cuenta con un chef que prepara un menú de «transparencias de cuadrúpedo con frutos de Castilla, bajo lluvia de Jaén»; o sea, pantumaca. ¿Han viajado ustedes recientemente a Londres, Nueva York o Berlín? Entonces habrán visto cómo proliferan los Tapas-Bar, que vendrían a ser las pizzerías españolas. Bravo.»