Arthur Krystal se pasa un buen rato reflexionando si se parece más inteligente por escrito que cuando se habla, y si eso tiene un sentido o es una mera cuestión de casualidad. Cuando los escritores hablan.
«En un intercambio de correos, Pinker me señaló de manera sensata que el pensamiento precede a la escritura y que la razón por la que sonamos más inteligentes al escribir es que nos proponemos deliberadamente ser claros y precisos, un lujo que rara vez podemos darnos al conversar. Es verdad, sobre todo si uno escribe para revistas en las que editores quisquillosos con zapatos caros esperan patearnos el trasero por cada pequeño error que cometamos. Cuando la gente que vive de la escritura se sienta a ganarse el sueldo, se plantea exigencias que requieren un grado más alto de habilidad que cualquier conversación. Para Pinker, es un caso similar a la diferencia en cómo piensan los matemáticos cuando están probando teoremas y cuando están contando las monedas del cambio, o la forma en que un mariscal de campo lanza un pase durante la final del campeonato y como lo hace una tarde cualquiera en su jardín. Lo que sí reconoce Pinker es que, dado que la escritura da lugar a ensoñaciones y cavilaciones, probablemente compromete porciones más grandes del cerebro.»