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Sed de divos

¿Se ha relegado, en el mundo de la ópera, la calidad por la estética? Netrebko, Villazón, Flores, Garanka… son indudablemente buenos cantantes, pero, ¿hubiesen triunfado sin su físico? ¿Pasaba eso hace décadas? Son preguntas que me hago yo, no Javier Pérez Senz, que se limita a perfilar a los nuevos divos de la ópera, todos jóvenes, atractivos y, sin duda, con grandes voces: Sed de divos.

«Hay cantantes que disfrutan tanto sobre el escenario y se meten de forma tan intensa en la piel del personaje que interpretan, que esa pura energía física que transmiten llega al público con una fuerza extraordinaria. Elina Garanca (Riga, 1976) pertenece a esa imparable generación de jóvenes artistas que no se conforman con cantar bien y saben que en la ópera ser creíble en escena es sumar al valor indiscutible del canto su aliado más decisivo para conseguir la interpretación perfecta. Hace apenas dos años debutó en el Liceo de Barcelona, sustituyendo a última hora a Vesselina Kasarova en una función de La clemenza di Tito y quienes tuvieron la suerte de verla no han podido olvidar su capacidad de seducción. Mozart es uno de sus compositores de cabecera —le dedicó su primer recital discográfico (Virgin)— y conquista al público con una técnica sólida, una musicalidad a prueba de bombas y una voz de ricos colores manejada con cautivadora naturalidad.»

Marcos Taracido | 21/03/2009 | Artículos | Música

Comentarios

  1. Miguel A. Román
    2009-03-21 19:25

    Hombre, después de leer el artículo, el extracto que das me parece algo superficial.

    Tampoco leo (ni veo ni escucho) nada nuevo, ni muy diferente a lo que ha sucedido en la historia conocida, pero tal vez la muerte de Pavarotti —y Krauss años antes— y el previsible declive, por ley natural, de Caballé, Domingo, Carreras, Kanawa, Fremi, etcétera, haya hecho resurgir el debate, repetitivo como ya he dicho (y supongo que idéntico al que surgió tras la desaparición de Callas, Lanza, Carusso, Gayarre,….)

    El público de ópera queremos grandes voces, por supuesto, pero tanto en su tonalidad como en su expresividad. La ópera es teatro tanto como música, y más que valores estéticos, que son de agradecer, son exigibles los dramáticos.

    Uno quiere ver a una Carmen mujer-fatal, una Turandot gélida, una Butterfly cándida, un Duque libidinoso y un Dulcamara resabiado. Voces gloriosas y en el punto correcto de la escala, pero también que transmitan de su parte y completen la fracción que el compositor puso con su música.

    Es posible, como parece transmitir el artículo de referencia, que hoy las discográficas tengan parte de responsabilidad en el ascenso de nuevos divos; pero creo (tal vez ingenuo de mí) que la ópera no es flor de un día, como puede suceder en la música “ligera”, y que tarde o temprano el tingladillo se desmonta. Aunque, claro, si es tarde, peor para los que pasamos por la muy elitista taquilla.

  2. gsc
    2009-03-21 20:27

    Es que, Miguel A., el articulo en cuestión se complementa con otro artículo-entrevista de J. Ruiz Mantilla con Anna Netrebko (acompañado por una foto de una página y la portada del suplemento) que da aún más razones para hacerse las preguntas que ha expuesto Marcos.

    Por cierto, que tengo la impresión de que cada cierto tiempo alguien de El País (por no señalar directamente a J. Ruiz Mantilla), escribe este mismo artículo sobre los “Nuevos Divos”.

  3. Sergio
    2009-03-23 21:20

    Me parece a mí que estos reportajes no se escriben para los aficionados a la ópera. No son más que es un esfuerzo de los periodistas especializados porque obtener lectores y defender su corralito.

  4. Francisco
    2009-03-24 04:09

    Que bueno!

    La opera debe tener mas difusion; ser mas accesible a todo publico. Para ello debe ofrecer figuras mas atractivas, mas conscientes de equilibrar su talento, su buena voz para el bel canto, con una buena actuacion y una figura agradable a la vista. No tienen que ser, necesariamente, pretensas gordas y galanes timbones. El apoyo de la voz en el diafragma no debe deformar sin remedio la figura de los cantantes.

    En los siglos XVIII y XIX abundaban las operas escritas por Gluck, Mozart, Beethoven, Bellini, Donizeti, Wagner, Verdi, Gounod, Moussorgsky, Bizet, Tcaikovsky, Mascagni, Leoncavallo, disminuyendo significativamente a partir del siglo XX; aunque florecieron algunos talentos como Puccini, Debussy, Strauss, Berg, Britten y otros.

    Quiza la transformacion de los divos conduzca a una mayor difusion de la opera entre el publico en general y al surgimiento de nuevos compositores y obras operisticas modernas.

    Saludos.

  5. Marcos
    2009-03-24 17:26

    No creo yo que el autor del artículo sea tan iluso como para pensar que su texto atraerá nuevos seguidores para la ópera. No, el artículo es descriptivo de una situación, y sí puede que peque de falta de perspectiva, o incluso de hacerle el juego a las discográficas. Claro, no se escriben para los aficionados “entendidos” a la ópera, pues estos están por encima de las valoraciones de revistas divulgativas, aunque por debajo siempre de las imposiciones de las discográficas y los directores de teatros. Efectivamente, en las entrevistas que le hacen a dos de las divas se resalta ese hecho de que las discográficas exigen ese plus de “imagen”, plus que se sugiere que antes no existía. Realmente, no sé si actualmente podrían triunfar grosuras como las de Pavarotti o Caballé.

    Saludos


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