Me dicen que Haro Tecglen no tiene ni idea de futuro y que es un gurú de los necesitados de consolación. Es verdad. Pero también lo es que su anclaje en el pasado le permite ver y, sobre todo, decir cosas del presente que nadie osa ventear. Por ejemplo, en
Religiones.
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También me dicen que el consuelo es la mejor forma de evitar que las cosas cambien y que esa ha sido e intenta seguir siendo la labor de la iglesia. También es cierto. Pero esa búsqueda de consuelo en Haro Tecglen es un problema de sus lectores, no de él. El se dedica a desvelar mentiras que nadie toca. Nada más. Y nada menos. Haro Tecglen cumple en
El País el papel de eso viejos que se van quedando arrinconados en sus familias, y que todos toman por loco y por eso le dejan mearse en las esquinas y salir al balcón en pelotas y decir tonterías que, por lo general, son verdades como puños que, aunque se escuchan, nadie tiene en cuenta. Sin embargo la iglesia tiene poder.