Marcelo Figueras trata de comprender el misterio que sentimos, más de un siglo después, por la figura de Sherlock Holmes, uno de los personajes más icónicos de la literatura universal. Un misterio nada elemental.
«Holmes no desciende de los monos sino del pensamiento positivista y su fe en los poderes del raciocinio -lindantes con lo místico, más allá de la contradicción: ¿o acaso no fue Doyle mismo un ávido cultor del espiritismo? Y en estas sociedades al filo de una nueva Edad Media, ya nadie tiene fe en el intelecto per se. ¡Le hemos consagrado altares y civilizaciones, y miren dónde nos ha conducido!»