En todo el barullo de las elecciones (sí, esas que ganaron todos) todavía estoy esperando algún político de primera fila que tenga la decencia de reflexionar públicamente sobre la alta abstención de las mismas y sobre las causas que han llevado a ella. Y me refiero a algo más serio que decir que en Catalunya no se ha votado por culpa de la Fórmula 1. Félix de Azúa está indignado, y con razón: “Los más sarcásticos aseguran que la abstención se debe a la colosal satisfacción de los barceloneses. Una befa que no se oía desde los tiempos de Franco. Mis amigos socialistas dicen lo que todo el mundo: que por estos candidatos nadie da un duro. Imma Mayol lo confesó poco antes: son políticos antisistema. Traduzco: contrarios al sistema democrático, porque si no, ya me dirá a qué sistema se refiere.
Puede parecer exagerado que acuse a los políticos barceloneses de poco demócratas, pero lo digo en serio. Es poco democrático el gobierno de un grupo que vive por encima de la ciudadanía y solo se ocupa de ella cada cuatro años. ¿Exageración? Lo sería si les hubiéramos oído reconocer que no tienen ni idea de lo que la gente necesita. Sin embargo, ni uno solo reconoce la menor responsabilidad en el desastre, o sea, en el descrédito de la democracia.” El candidato no tiene quien le vote.