Comentarios

1. elpeor
   2007-02-14 20:14

   yo cuando fui por primera vez al norte de Europa, ya vi lo del “puritanismo” anglosajón”, y pensé que jamas ocurriría lo mismo en la península, pero no es así, somos tan ignorantes que lo aceptamos y aun lo exageramos mas;
   porque en Inglaterra no se puede beber en la calle, pero se hace, todo el rato, sin muchos problemas , alguna vez algún bobby te dice algo pero solo porque quiere joder o porque estas en un sitio turístico y ya sabéis que la imagen lo es todo, sobre todo para estas sociedades modernas…

   Además en el sur de Londres ya son mas permisivos con la maria y derivados de ella, no te ponen ni multa solo te lo quitan, eso legalmente, al final la verdad que si te escondes un poquito te fumas los porros tranquilamente, como aquí mas o menos. En holanda es diferente , son mas listos , legalizan todo lo que les gusta, algunos dicen que por respeto a los derechos y tal , yo se que es por la pasta y porque no son tontos, si ellos lo toman pues se legaliza y listo, drogas , prostitución.. etc

2. Miguel A. Román
   2007-02-15 16:19

   Enuncia el articulista:
   “Probablemente lo que más incide en el retroceso del vino en el plano del consumo es el altísimo precio que va adquiriendo, a buen seguro por la reducción de su oferta y la bajada de su producción”.

   Pues no, o al menos no “a buen seguro”, ya que no ha planteado el Sr. Contreras la vertiginosa ascensión de la calidad de los vinos de consumo españoles, calidad que no puede ser implantada sino a fuerza de elevación de los costes de producción, incluyendo el desecho de aquel material, primo o elaborado, que no reune los criterios con los que el bodeguero aspira a competir en un mercado cada vez más exigente.

   Pero, adicionalmente, tampoco habría que obviar la depredación que realizan los locales de restauración que, al grito de “todo vale”, multiplican (casi exponencian) el precio de la botella hasta un 400% de su valor en los estantes del supermercado. Disparatado margen por un descorche que, para mayor inri, con frecuencia lo llevan a cabo sujetos con muy escasa profesionalidad ante el comensal… aunque ese es otro tema.

   Pese a ello, cada año se repiten las lamentaciones sobre el descenso del consumo, pero también reiteradamente se reconoce que se eleva la calidad de los caldos de preferencia. A mí, personalmente, me parece bueno que el vino sea tomado con moderación a la par que con exigencia. Lo contrario, mogollón y garrafón, representaría un empobrecimiento cultural del consumidor, que no creo que fuera mejor noticia.

   Y, tras esta salvedad, me uno a las voces que reclaman para el vino de calidad un tratamiento legislativo especial, no tanto por el apoyo a la industria vitivinícola (que ya bastaría), sino como reconocimiento a la profunda huella cultural que en nuestra historia ha dejado ese líquido que han bebido y enzalzado desde los dioses olímpicos hasta el mismísimo Jesucristo.