carromato
De pequeño tenía un fuerte del oeste. Era de troncos grandes y poderosos y tenía una torreta desde la que vigilar cualquier peligro. Era lo suficientemente grande como para que fuese un fuerte del oeste y, encerrado en el interior, tuviese que salvar dos metros de tronco para acertarle al enemigo. Yo crecí, pero el fuerte se quedó intacto y vacío. Desaparecieron los enemigos y la podedumbre atacó sus maderas. Ahora sólo queda un espacio en su sitio, sin torretas, ni madera, ni oeste. [Marcos - ago/03]
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