Miércoles, 25.— Siete razones para odiar a la muerte y una para amar a la vida:
La cara de Aleixandre cuando en una visita a la Pardo Bazán la llamó “Doña Emilia” y “una viejecita menuda e insignificante” le apuntó en voz baja: “Dígale usted condesa”.
Poder repetir esta declaración cada día:
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
La sobrepelliz del sacristán en El entierro del Conde de Orgaz.
Cuando Isabel de Valois despidiéndose de su dama de compañía, la cual había sido expulsada de España a Francia por Felipe II por dejar a la reina sola un momento, le dice:
Ritorna al suoi natio,
Ti seguirà il mio cor.
Un 14 de febrero cuando una llamada telefónica al atardecer me indultó de la condena a muerte a la que la vida me había sentenciado.
No quiero perder la oportunidad de que sepáis todos que os quiero. Igual
mañana soy yo.
... el vuelo / del joven ciclista vuelto al amigo: un soplo / melodico: “¿Vas solo?”
Hemos de acudir al caballero poeta Garcilaso, para siglos despues decir: "por vos..."
Y, en la cofradia de Malory, Thomas de Quincey, Steinbeck, como caballeros de la mesa redonda, luchar por las bellas letras.
Hay un caballero postrado en la cama hoy, salud para Cayetano, escudo de la luz de las empresas arriesgadas.
Fortuna para su cuerpo, abrazos para su corazon.