Jesús M. Landart
La paraciencia se viste de ciencia para confundir al lector poco avisado, pero existen unos patrones constantes en su actuación que son relativamente fáciles de descubrir por cualquiera. Quizás una de las labores de los escépticos debiera ser ayudar a explicar el "método paranormal" para hacerlo reconocible y no sufrir engaño.
Hay veces que uno se encuentra con un artículo, una explicación o un documento paranormal, y capta al vuelo lo falaz de su contenido. Puede ser que el tema tratado no pertenezca a nuestra esfera de conocimiento, pero "sabemos" que nos están contando un cuento. Evidentemente, si el artículo está publicado en Año Cero o Más Allá, la cuestión no tiene mucho mérito, pero muchas veces lo encontramos en nuestro diario, o incluso en una revista de divulgación científica. Las paraciencias son ubicuas, como bien sabemos.
A la gente de la calle le resulta a veces muy difícil detectar la falta de rigor científico en ciertas aseveraciones, y ciertamente la culpa no es suya. Es una de las asignaturas pendientes de los medios de divulgación, asignatura que suspenden repetidamente, dado el nivel de irracionalidad imperante en nuestra sociedad.
¿Porqué es esto así? ¿Porqué es tan difícil defender la razón y tan fácil propagar la superstición? Básicamente la respuesta la sabemos todos: quienes hablan de ciencia y racionalidad no suelen hacer trampas y los otros sí. Ha sido perfectamente explicado en muchas ocasiones, y no es cuestión de insistir en este aspecto.
En lo que sigue intentaré describir es otra de las características paranormales, a nivel algo más escondido: la metodología corrupta que utiliza. Corrupta por tomar el método científico y volverlo del revés para su propio beneficio.
Explicar cuestiones científicas al público en general no es sencillo. Además, la ciencia es difícil, y la paraciencia fácil. Pero explicar cómo funciona la ciencia es bastante más sencillo que explicar ciencia pura y dura, y éste es un conocimiento muy provechoso de poseer. Explicar qué marcas, qué estructura profunda subsiste en el fondo de los argumentos paranormales en contraposición a los que existen en el genuino quehacer científico nos puede servir para ayudar a otros a detectar a tiempo las falacias y las mentiras de la sinrazón paranormal.
No existe un "método paracientífico" para contraponer al científico, pero existen unas pautas que se repiten en los documentos paranormales una y otra vez, cuestiones de estilo aparte.
En un primer e ingenuo vistazo, tanto la ciencia como la paraciencia intentan explicar la realidad. La realidad externa es suficientemente compleja como para dejarnos anonadados. Somos testigos de multitud de fenómenos y procesos que ocurren a nuestro alrededor, cuya explicación se nos escapa; pero dentro de la naturaleza humana hay un impulso que conduce a encontrar una explicación satisfactoria de los mismos.
En una hipotética situación inicial (Fig.1) tenemos al ser humano preguntándose por la explicación de lo que ve, y sin herramientas para llevar a buen puerto tal empresa. Es evidente que tal situación derivó rápidamente a otra bastante más satisfactoria. En ausencia de mejores herramientas, el hombre imaginó que tras el plano real existía un mundo oculto, ordenador de la existencia. El observador no ve ese mundo, sino los efectos que produce sobre el mundo de la realidad. Los llamaremos el plano de lo real y el plano de lo oculto, el plano de los dioses o de las fuerzas sobrenaturales que ordena, crea y destruye la realidad. Ha nacido la mitología, con toda su fuerza explicativa. A nadie se le escapa que esta etapa no ha sido en absoluto abandonada, y que goza de excelente salud hoy en día, incluso en nuestro país. Sin embargo es muy fácil reconocer este esquema, que a nadie engaña.
Las explicaciones que siguen este patrón hablan de dioses, de designios inescrutables, de leyes ordenadoras de la existencia que parten del plano de lo divino, ordenador de la realidad. Mediante su acción, (Fig.2) las fuerzas ocultas intervienen en nuestra realidad. La naturaleza de dicha acción divina (flecha d en la figura) se explica mediante observaciones de la realidad; a menudo muy agudas, pero contaminadas culturalmente por dogmas socialmente consolidados respecto a la naturaleza del plano divino. Esta es la situación hasta los comienzos del pensamiento racionalista, que podemos situar en Asia menor y en la costa jónica con los primeros filósofos griegos. Conscientes de los graves perjuicios que a la búsqueda de la verdad acarreaba el esquema anterior, las mejores mentes del planeta fueron consolidando lo que hoy conocemos como el método científico (fig. 3). La metodología científica no contempla nada más allá del plano real, pero consciente de su complejidad, crea un plano más cercano a las posibilidades de análisis del observador; el plano de los modelos.
Existe una proyección desde la realidad R hasta el modelo M. Como toda proyección, es una simplificación que pretende captar lo esencial de la parcela de realidad que se quiere estudiar.
El quid de la cuestión está en el hecho de que los humanos podemos aprehender y estudiar el modelo perfectamente con el auxilio de la matemática, que se revela así como la herramienta básica para el estudio de los modelos, y por tanto para la investigación científica en general. Al establecer la proyección , queremos que el modelo se parezca a la realidad lo suficiente como para que las conclusiones que saquemos del comportamiento del modelo sean extrapolables al plano real, que es nuestro verdadero interés; y a la vez pretendemos que el modelo sea lo suficientemente sencillo como para ser abordable analíticamente. Este paso maravilloso es posible gracias a nuestra capacidad de experimentar y observar la realidad. La acción o del observador sobre el plano real es el que validará o invalidará el modelo. La existencia de esta realimentación es lo característico del método científico. Los modelos nacen con vocación de explicar los hechos observados, entran en crisis y son sustituidos por otros mejores cuando sea posible. Según este esquema, una teoría científica es una creación humana de un modelo para explicar una parcela de realidad, y no es verdadera ni falsa: es útil o no lo es. El plano real es en última instancia quien valida y invalida los modelos, que sólo existen porque la realidad externa nos queda demasiado grande y lejana. El magnífico éxito de este esquema ha proporcionado un prestigio enorme al método científico, dados los progresos en la comprensión del universo obtenidos. El presente artículo trata de mostrar que las paraciencias son una perversión del esquema anterior.
Es más, defenderé que el esquema de la figura 4 define el concepto de paraciencia, a la vez que explica la metodología corrupta que utiliza, robada del quehacer científico para adueñarse de su prestigio ante públicos poco avisados. Al igual que el método científico, tiene un plano de trabajo más cercano al observador que la propia realidad, pero en este caso dicho plano es el objetivo. Nos se trata de estudiar la realidad, sino de forzar a la misma a adecuarse a dicho plano, que llamaremos plano de las explicaciones a priori . Toda paraciencia trata de preservar sus hipótesis apriorísticas, que son hipótesis no falsables, y por lo tanto no científicas. Para ello, en lugar de existir una proyección de la realidad hacia el modelo, como en el caso científico, existe una retroproyección en dirección contraria, desde las supuestas verdades que queremos preservar hacia la realidad. Así pues, existe una visión deformada de la realidad, coherente con la asunción de los postulados arbitrarios que hay que preservar a toda costa. Este esquema es doblemente perverso, pues además de funcionar al revés, es capaz de usar el lenguaje de la ciencia en su desarrollo. Esto es así porque permite observaciones de la realidad, como en el caso científico, pero sólo si mantienen incólume el conjunto de presuposiciones . Dichas observaciones de lo real pasan por un filtro, de forma que sólo las observaciones que validan las explicaciones a priori son tenidas en cuenta.
De esta manera, la crítica desaparece y el "modelo" se perpetúa, pero la paraciencia se viste de lenguaje científico, pudiendo emplear tendenciosamente cuantas herramientas provengan de la ciencia para revalidar su hipótesis inicial. En el caso del llamado creacionismo científico se ven perfectamente las componentes del esquema. La información a preservar a costa de lo que sea es la creación del hombre por Dios. Este es el punto de partida y de llegada. Todo el registro fósil se ve en consecuencia, y se interpreta de forma que sea consistente con el punto inicial. Las observaciones son filtradas, de forma que siempre favorezcan la hipótesis, pero existen observaciones, lenguaje robado del mundo de la biología y la paleontología, y un aspecto exterior cientifista.
La naturaleza del filtro paranormal no es unívoca, sino cambiante y múltiple. A veces se trata de burdas maniobras de engaño, otras veces la práctica con este tipo de actuaciones hace que el autor del trabajo sea inconsciente de su existencia y no sea un engañador consciente. En muchas ocasiones basta un tratamiento estadístico no correcto de la información recopilada, o incluso una recolección sesgada de la misma. Es perfectamente posible aparentar el rigor, la nomenclatura y las formas del quehacer científico, pero la existencia de este esquema perverso con el plano de las explicaciones a priori a preservar a toda costa, y de la retroproyección del mismo hacia la realidad constituye la "marca de la casa" de los amigos de la paranormal.
Comprender cómo actúa la paraciencia es requisito sine qua non para batallar contra ella, y lo que es más importante: para explicar al oyente menos avisado por dónde vienen los tiros.
Excelente artículo; sería interesante aplicar un derivado de este modelo a la política actual. Creo que funciona de modo muy similar, aunque en lugar de jerga científica utiliza jerga política o ideológica. Propongo el término paraideología para denominar en adelante a la política actual, porque todos sabemos que hace tiempo que no es política, es paraideología, o parapolítica.
Comentado por Francisco Serradilla el 3 de Febrero de 2004 a las 10:26 AMUn ensayo muy clarificador en este tiempo de auge de lo paranormal. La metodología paracientífica( si tan cosa se puede llamar metodología) es ciertamente una perversión de la idea original. Nunca lo había visto así...
Comentado por Miguel Angel Bardanet el 4 de Febrero de 2004 a las 05:06 PMEl artículo me ha parecido genial, al respecto de
las paraciencias, concretamente el creacionismo
me gustaría recomendar este enlace:
"¿Desea ser creacionista?"
http://www.sindioses.org/humor/creacionista.html
La pagina entera no tiene desperdicio.
Comentado por Victor de la Fuente el 6 de Febrero de 2004 a las 01:20 PMComparto los comentarios anteriores, creo que has hecho una exposición muy clara y brillante.
Ahondando un poco en la utilización de la estadística en las paraciencias (y a veces no tan paraciencias), cualquiera que conozca algo de esta metodología sabe que, por azar, podemos obtener un resultado que nos lleve a rechazar una hipótesis aunque ésta sea cierta. Como resultado, existen casi tantas teorías como investigadores. Por lo tanto, es fácil justificar con un "estudio" casi cualquier afirmación. Para paliar este problema, se recomiendan, entre otras cosas, los estudios meta-analíticos, que integran mediante técnicas estadísticas los resultados procedentes de diferentes investigaciones.
Por eso, me sorprenden comentarios como los que Jovanka Vaccari hace esta quincena en Almacén (vaya por delante que soy una lectora y admiradora de Almacén en todas sus secciones, y que esto no es una crítica a su artículo): “El escaso 20% de hombres a los que les toca no tener ninguna experiencia homosexual”. Sin entrar en el contenido (me daría igual que hubiera puesto un 90%), me sorprendería que en psicología exista un conocimiento tan exacto de un fenómeno como éste o como otros, aunque si se me demuestra, yo encantada.
Por otra parte, me gustaría matizar un poco tu punto de vista del método científico. Yo considero que el método científico tiene que ver más con cómo conoce la mente que con la realidad misma, creo inferir algo así también en tus palabras cuando afirmas: “los humanos podemos aprehender y estudiar el modelo perfectamente con el auxilio de la matemática, que se revela así como la herramienta básica para el estudio de los modelos”. Dicho de otra forma, no creo que las matemáticas sean en lenguaje en el que está escrita la realidad sino la herramienta que utiliza la mente o, como diría Poincaré, unas pocas mentes para explicar la realidad (también habría mucho que hablar de qué se considera explicar la realidad). En este sentido, el modelo científico no deja de ser un filtro. De hecho, por lo menos en Psicología, se asume que la propia teoría determina los datos que se recogen. Quizá la diferencia fundamental con las paraciencias, sea que éstas no tienen procedimientos de falsación dentro del propio filtro y las ciencias sí.
Por último, me gustaría hacer también otra matización sobre el objeto de la ciencia. Creo que se ha sobredimensionado su ámbito de aplicación. Como tú muy bien dices “la metodología científica no contempla nada más allá del plano real”, lo cual no dice nada acerca de la existencia o no de un “plano más allá”. Por este motivo goza de buena salud la mitología, ya que la ciencia no puede decir nada acerca de esto. La explicación científica se ocupa de lo que se observa, pero no puede demostrar que no existe lo que no se observa. Dicho de otro modo, la existencia se constata no se demuestra. Que exista una fuerza sobrenatural que haya creado el mundo o que ordene el mundo, o lo que se quiera, es tangencial a cualquier demostración científica. Para mí tan inútiles son las demostraciones de la existencia de dios como las de su inexistencia (sólo doy cierto valor a la apuesta de Pascal porque tiene más que ver con la toma de decisión sobre la existencia de dios que con una demostración). Al final, lo que propones no deja de ser un modelo, que yo comparto en gran medida.
Existen mil formas de conocimiento o explicación de la realidad, la ciencia es sólo una de ellas. La literatura es otra, cuando leo los textos de mi admiradísimo Agustín Ijalba (véase por ejemplo “diferentes maneras de ver las cosas”), sin duda estoy conociendo la realidad, y esto no tiene nada que ver con el método científico. Ya sé que esta última idea es tangencial a tu artículo y que probablemente la compartirás, pero siempre me gusta resaltar que la ciencia no debe limitar la utilización de otros métodos de conocimiento, tan gratificantes como ella para cualquiera que los utilice. Cada uno debe buscar aquellos con los que se sienta más cómodo. Eso sí, hay que procurar que no le tomen el pelo a uno, consciente o inconscientemente.
Por otro lado, como humana entiendo el atractivo de las paraciencias, aunque me dedico a combatirlas siempre que puedo, ¿no os gustaría que os pasaran cosas como ir viajando por una carretera de España y aparecer en Perú, o que os operaran con las manos sin dejar cicatriz, o ser abducidos por un extraterreste que os considerara merecedores de concocer los secretos más importantes del universo? Creo que en esto radica su éxito.
Perdón por la logitud del comentario.
Hola MAria José:
Explicas que "no creo que las matemáticas sean en lenguaje en el que está escrita la realidad sino la herramienta que utiliza la mente para explicar la realidad " Estoy completamente de acuerdo. Esta afirmación se deduce directamente de las afirmaciones de mi artículo: nosotros estudiamos la realidad indirectamente, mediante modelos y la matemática es la harramienta para el estudio de los modelos. Eso no quiere decir que el mundo es matemático, en absoluto.
Respecto al objeto y naturaleza de la ciencia, creo que la cosa no admite duda: la ciencia se distingue por un objetivo, y unos métodos para conseguirlo: el primero es el conocimiento de la realidad, y el segundo es el método científico. Cualquier actividad humana que busque otros objetivos, o el mismo objetivo con otros métodos, simplemente no es ciencia. Será otra cosa, a lo mejor perfectamente válida, pero no es ciencia.
Evidentemente, no todo es ciencia ni debe serlo: existe el arte, el sexo, la música, la gastronomía... incluso existe la política.
Un cordial saludo.