Sólo se llora enfrente
de la persona amada.
Y tener que explicar de nuevo el subjuntivo,
acechante la tiza de la noche del encerado en luto,
ahora que ellos entregan sus cuerpos a la hoguera
cuando lo que desean es sentir el mordisco
que tatúa con rosas coaguladas sus cuellos ofrecidos
y olvidarse del viejo profesor que les roba
su tiempo inútilmente.
Mientras copian los signos del lenguaje,
emotion, doubt, volition, fear, joy...,
y usando el subjuntivo de mi lengua de humo
mi deseo es que tengan un amor como el nuestro,
pero sé que no escuchan la frase
que les pongo para ilustrar su duda
ansiosos como están de usar indicativo.
Este será su más feliz verano
el que recordarán mañana
cuando la soledad y la rutina
les hayan destrozado su belleza,
la rosa sin perfume, los cuerpos asaltados,
ajadas las espinas de sus labios.
Pero hoy tienen prisa, como la tuve yo,
por salir a la noche, por disfrutar la vida,
por conocer el rostro de la muerte.
Todavía se aman a pesar de la plaga
y encuentran en la noche sus torsos alumbrados
sabiendo que la muerte les acecha celosa.
Tiemblan cuando desnudos se miran al cristal
y ven alguna mancha que oscurece su piel.
Con precaución celebran sus huesos arropados
y con certeza saben éste es tiempo de guerra.
Oficiando sus ojos un memorial de sombras
recuerdan tantos nombres que con pasión se amaron,
cuerpos llenos de fuego su coraza encendida
y que ahora rescatan del campo de batalla.
Ha vuelto a la maleza
después de algunos años
y era como volver a ver su rostro
antes de ser marcado.
Se han borrado caminos,
el puente se ha caído,
el agua corre espesa
y es en apariencia menos hondo el abismo.
Los cuerpos que ofrecieron su belleza
han desaparecido fulminados después de aquel verano
o muertos de cansancio y de vejez más tarde.
Siguen las sombras poderosas cerrando el laberinto,
oscureciendo el hilo que a algunos de nosotros nos salvó,
salvados sí, pero bien muertos para siempre
que desde entonces nadie ha vuelto su rostro.
Sigue también la vida:
dos diosecillos negros cogidos de la mano
con los torsos desnudos,
nuevos en el paisaje, arrogantes,
dos carbones a punto de encenderse,
se ocultan en lo oscuro
sin saber si saldrán victoriosos
o serán calcinados para siempre
por el rosal de la espesura.
Ahora ocultas con cremas
y ungüentos extranjeros
las heridas que el tiempo
ha dejado en tu cuerpo
y muestras orgulloso
las oscuras y densas cicatrices del alma.
Se ve que eres novicio
en el arte de tal ocultamiento
e ignoras que es difícil esconder la vejez,
que las arrugas se ven aunque tapadas
como también se ve la decadencia,
la sombra por tus ojos
y el delicado olor a viejo que nace de tu aliento.
A nadie le interesan las lesiones del alma
si el cuerpo apuntalado carece de equilibrio.
Desnudo e indefenso, lentamente
te clavan las agujas
con ríos de veneno
que te ahogan los ojos.
Derriban puentes falsos,
escalan la muralla,
arrasan el jardín,
por la puerta trasera
irrumpen en tu alcázar
y quemando la sombra más rebelde
entran en la guarida
donde la fiera ruge.
Para que todos vean
lo que te saquearon
cuelgan en la gran plaza
el mapa de tu cuerpo,
vasijas con la sangre,
bandejas con la flora
y algodones sin sed.
Te sientes prisionero
lleno de aire glacial,
truenos carbonizados
y un terremoto mudo
de pólvora habladora.
Corren buenas noticias:
la fiera amotinada
ha sido amordazada por ahora.
Para ellos,
eres el nombre
que te dieron
dentro de su legalidad:
un signo solamente.
Tu otro nombre,
el elegido en la noche
de la boca de lobo,
es sólo mío.
Un sonido animal.
Y así te escucho.
Me arrimo a ti
en una calle estrecha
y dejo pasar la sombra
que nos viene siguiendo.
No conocía Hilario barrero. He leídos sus poemas. El "subjuntivo" me ha impresionado, especialmente por ser profesor. Lo comentaré.
Saludos
Comentado por Paco Marín el 17 de Enero de 2003 a las 08:58 AMHondo sentir y elaborado lenguaje de la mejor calidad. No conocía al poeta Barrero pero me ha impresionado mucho esta página sobre su obra. Mi felicitación más sincera desde este lado del Atlántico.