Revista poética Almacén

Mi sastre ni tiene idea

Esta tarde he tenido una de las discusiones mas surrealistas que me podía haber imaginado nunca. Mi sastre no tiene ni idea.

17:12, no parece mala hora para ir a comprar. Tengo clarísimo como va a ser mi traje, lo quiero de rayas.

17:24, será mejor que me ponga otros zapatos, con estos taconazos no van a poder tomarme bien las medidas, mejor me pongo los negros esos que me aprietan un poco. Fuera de casa. Joder si que aprietan. Da igual, con estos seguro que me quedan bien los pantalones.

17:48, menos mal que está cerca, si tengo que caminar una calle mas me descalzo. Abierto y con poca gente, bien así no tardarán en atenderme, tengo que estar en el Santiago antes de las ocho.

17:55, no está mal, debo llevar ya treinta minutos esperando. Gerardo estaba ocupado, y es a él a quien vengo a ver. Si me lo han recomendado será por algo, además he visto los trajes que les ha hecho a dos de mis conocidos y me parece que puede hacer lo que busco.

....

19:41, no vuelvo a entrar en esa sastrería en mi vida. No ha entendido nada de lo que le he dicho. Yo no quiero que me venda un traje, quiero que me haga uno como esos que salen de vez en cuando en los anuncios, limpio, sin cortes extraños, de lineas clásicas pero con ese toque moderno que atrae a la rubia desde el fondo del bar. Coño, que quiero un traje a medida, si, pero como los de Zara, que tienen un catálogo impresionante.

Esta tarde fue mi traje, pero todos los días es tu casa.

Yo no necesitaba un sastre como tu no necesitas un arquitecto.

Hace tiempo que hemos asumido la necesidad de desplazarnos en vehículos cada vez mas sofisticados, cada vez mas potentes, cada vez mas caros, cada vez mas imposibles y cada vez mas efímeros. Si efímeros. Tenemos el coche que podemos tener mientras esperamos a poder comprar el coche que queremos tener. Lo cambiamos cada cinco años, si no no es rentable, no nos darían nada por él en el mercado de segunda mano. Estrenamos coche cada cinco años y nos adaptamos al modelo que nos podemos permitir, sin embargo esta politica de asunción del periodo de obsolescencia no nos lo permitimos al comprar una casa. Si al comprar una casa, porque no queremos hacerla, queremos comprarla. Compramos la idea que tenemos de casa, no queremos que venga nadie a decirnos como ha de ser la casa donde vivir, faltaría mas, ¿quién mejor que yo va a saber como quiero mi casa?. Por eso no queremos arquitectos, queremos encantadores de serpientes que consigan entender como es nuestra casa.

La conciencia del valor añadido de la vivienda ha variado para devenir lo que hasta ahora era una extensión de nosotros mismos, nuestro espacio dilatado, en objeto de consumo, expuesto a los condicionantes de un mercado de modas, ritos y costumbres. La vivienda no es el resultado propuesto por ese extraño híbrido entre técnico y creador atendiendo a las premisas que nosotros marquemos en cuanto a forma de vida, no, es el compromiso, el acuerdo donde todos pierden entre la forma que debe tener mi espacio dilatado y la forma que yo deseo. ¿O ya no es la forma que yo deseo?.

Salones grandes, habitaciones grandes, espacios verdes cuidados, un buen garage donde poder almacenar todo tipo de inutilidades que no tengan cabida en ningun otro sitio, chimenea, por supuesto, todo esto por veinte millones, eso si que tenga una pequeña bodega y a ser posible un cuarto donde poder meter el ordenador. Claro que tendrá mas de doscientos metros cuadrados, pero es lo que necesito. ¿Realmente?

La condición de necesidad cuando lo práctico deviene encargo no está determinada por el análisis, está fijada por una relación rencorosa con el espacio costreñido del cubículo que habitamos dentro del espacio denso, está marcado por las añoranzas mas que por lo racional. He vivido en un piso de setenta y cinco metros cuadrados mas de la mitad de mi vida pero sé perfectamente que mi casa ha de tener mas de doscientos. Esta situación se debe sin duda a una trasposición errónea de los parámetros de forma de vida colectiva e individual, con el peligroso paso siguiente, además se como deben configurarse formalmente esos doscientos metros cuadrados.

19:45, tal vez aún me de tiempo a probarme algo en Zara antes de acercarme al Santiago.


________________________________________
Comentarios