Toko-Utsuri, cuando desaparece la luz (1)

"Ya se retira el sol y los hombres acechan, sentados a la puerta del bar..."
El tonto Simón. Santiago Auserón. Radio Futura.Escuela de Calor

Es invierno, son las ocho de la mañana y hace frio. Me levanto. Entre la penumbra busco el interruptor y enciendo la luz de la habitación.

Es invierno, son las ocho de la tarde y hace frio. Entro en casa. Entre la penumbra busco el interruptor y enciendo la luz de la habitación.

24 horas y sólo en la zona cercana al ecuador la duración del día y la noche son similares.

El hecho de que se igualen dia y noche se magnifica en la tradición que liga extraños fenomenos a los equinocios.

Solsticio de verano.

San Juan la noche mas corta.

En el hemisferio norte salvo en celebradas ocasiones el sol no alumbra la superficie mas de lo que su ausencia deja paso a multitud de luciérnagas eléctricas. Es a partir de esta reflexión que gira el presente texto.

La literatura acerca de como la maravillosa luz natural inunda, baña, acaricia, resalta... (sigan ustedes) los volúmenes que a lo largo de la historia le han presentado los arquitectos es sin duda abundante y variada, sin embargo en ausencia de dicha luz parece como si no hubiese arquitecturas sobre la superficie de la tierra.

Las fotografías de arquitectura no siempre muestran el aspecto que en ausencia de luz natural ofrecen las obras y sin embargo bastará recordar algunas imágenes para entender cómo estas pueden llegar a alcanzar el rango de iconos ofreciendonos su respuesta nocturna.

Recordemos el impresionante skyline de New York y prestemos atención a la iluminación del Empire State Building, desplacemonos a la imagen cinematográfica de un Los Angeles nocturno visto desde las colinas que circundan la ciudad, pensemos en Las Vegas y admitamos que nunca la hemos visto mas impresionante que iluminada por los cientos (miles) de neones, desplacémonos a arquitecturas con nombre y apellido, lejos de la ciudad anónima y pensemos en la imagen mas conocida del edificio de oficinas Willis Faber and Dumas Offices de Sir Norman Foster o en el mas cercano (para mi) edificio de Red Electrica Española en A Coruña. Acerquemonos a estas imágenes y veremos que no es sólo la luz del sol la que las baña y da sentido como arquitecturas

Si atendemos a la obra arquitectónica como pieza independiente no cabe duda de la capacidad y necesidad que tiene de hacerse real bajo la luz natural, siempre cambiante y siempre la misma. Es indiscutible que no se puede entender ninguna arquitectura singular sin entender su relación con el sol. Sin embargo debemos aceptar el hecho de que abandonado el singularismo de la obra arquitectónica entendida como pieza edificada empieza a cobrar relevancia otro tipo de actitud frente a la luz. En el hecho urbano tiene un papel fundamental la definición de una imagen global del mismo y por eso debe atenderse por igual a lo natural y a lo artificial, por eso debemos entender que un espacio urbano no tiene una sola visión. Baste recordar a Baudelaire cuando habla de la ciudad de la luz refiriendose a Paris para entender que no es sólo el sol el que debe conformar los espacios sino que estos también se ven definidos por el tratamiento que reciben en ausencia del mismo.

Para describir las ideas expuestas presentaré un proyecto urbano en los que el componente de iluminación artificial no sólo es singular sino que define la esencia del proyecto y dota de imagen significante al mismo, para subrayar la cuestión de la luz artificial también daré un par de pinceladas sobre obras que podríamos catalogar de meta-arquitectura, obras que, atendiendo a la definición que Yago Conde da en su Tesis Doctoral “Arquitectura de la indeterminación” del término, se encuentran en un territorio indeterminado, un territorio que no puede ser asimilado al patrimonio de la arquitectura pero no puede desprenderse de este epíteto por completo.

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